Según han informado los medios de comunicación, el año nuevo nos ha traído la subida de la electricidad, butano, sellos de correo, televisión por cable, el peaje y el catastro. Pero esto es una nimiedad comparado con la osadía de poner una carroza con Drag Queens en la cabalgata de los Reyes Magos en Vallecas, porque, por supuesto, ha sido lo segundo y no lo primero lo que ha desatado más comentarios de crítica tanto en redes sociales como a pie de calle.
Sí, en ese nivel andamos. Nos preocupa y echamos un grito al cielo si se permite por parte de un ayuntamiento que un grupo de travestidos protagonice una escena en una comitiva en la que por supuesto no participa nadie disfrazado: los Reyes Magos son los auténticos (llegados desde Oriente, los mismos que adoraron a Jesús recién nacido por supuesto) y la Patrulla Canina, Paff el dragón mágico y los personajes de Disney por supuesto que también son tan reales como la vida misma.
Un escándalo en toda regla que nos tiene que preocupar, porque, por supuesto, es más importante el impacto de la carroza “La prohibida” en los niños vallecanos que acudieron a ver la cabalgata -que seguro que desde ese día no duermen por el trauma de ver a cinco hombre vestidos de felpa- que el hecho de que a sus padres les cueste ahora mucho más llegar a final de mes a causa de la subida de precios básicos de consumo pero no de los salarios.
Dejando aparte la ironía, eso último señores míos nos tendría que preocupar más: cuantos niños tendrán menos necesidades básicas cubiertas debido a las subidas anunciadas, y no si un grupo de personas quiere luchar contra los delitos de odio con una iniciativa tan vistosa.
Visto lo visto, uno llega a pensar si precisamente los que critican la presencia de la carroza del Orgullo Gay no son justamente a los que ya les va bien que esté y se desvíe la atención de lo realmente importante.
