Luis Bárcenas, 33 años de prisión y para Txapote y Amaia por secuestrar, torturar y ejecutar a Miguel Ángel Blanco, 50 años. Ni uno, ni los otros cumplirán toda su condena, eso ya lo sabemos, porque hay un máximo para estar en prisión y más connotaciones técnicas con las que no les voy a aburrir.
Francisco Correa 51 años de prisión, Pablo Crespo 37 años y Rosalía Iglesias 15 años, todos ellos condenados por delitos asociados a la corrupción.
José Bretón, asesinó y quemó a sus dos hijos Ruth y José de 6 y 2 años, 40 años de condena.
Sergio Morate, mató a Maria Okarinska 26 años y Laura del Hoyo 24 años, 48 de condena.
Ramon Laso, mato a su pareja y a su cuñado, 30 años de condena.
Anais MB, arrolló a un pelotón ciclista y uno de ellos falleció, estando drogada, paga 10.000 euros de fianza y está en la calle.
Bueno, ahora ya me pueden llamar demagogo y los que les dé la gana, pero cualquier comparación de estas condenas no se sostiene, por lo menos para una mente normal. Que se lo han llevado crudo, que tienen que pagar por ello, ser inhabilitados de por vida para cargo público, no lo voy a discutir, pero que las penas sean similares o superiores a las de asesinos de niños, criminales varios o casos en dónde acaba habiendo muertos, es algo para estudiar.
No puede salir más barato causar la muerte a una persona que robar y no digo que los que roban se vayan de rositas. Creo que la “justicia ejemplarizante” no es justicia y que la vida no tiene precio, ni es compensable con nada, pero a la vez no puede ser comparable a delitos de corrupción.
Yo voy a dormir muy tranquilo cuando los corruptos entren o salgan de la cárcel, cuando sea, pero usted ¿va a dormir con igual tranquilidad cuando salgan a la calle asesinos de niños, terroristas o violadores reincidentes? Quizás aquí está la gran diferencia y se tendría que notar esa diferencia en las penas a aplicar, para unos y otros.
