El Día Mundial sin Coches celebrado en Palma el martes 22 de septiembre (como cada año), como colofón de la Semana Europea de la Movilidad, es una jornada de concienciación dirigida a sensibilizar a la ciudadanía para que haga mayor uso del transporte público, la bicicleta y también ir a pié.
Se trata de una iniciativa positiva en el fondo, pero que cada año topa con una organización nefasta por parte de la Administración local. El Ajuntament de Palma implementó una batería de medidas anticoches que más pareciera que lo que se pretendía era hacer la vida imposible a los conductores, muchos de los cuales no cogen el vehículo particular por gusto o por el placer de conducir, sino porque no les queda más remedio, ya sea por trabajo o por obligaciones de otra índole.
Las restricciones en el aparcamiento intramuros de la ciudad (de las Avingudes hacia el centro), ha supuesto un grave contratiempo a muchos conductores que desconocían la celebración del Día sin Coches y también a muchos comerciantes. El balance hecho público por el consistorio palmesano es muy pobre, con una reducción del tráfico rodado hasta las 13:00 horas de tan solo el 10%.
El Ajuntament debe esforzarse en que la organización de esta jornada mundial sea mejor en todos los aspectos, principalmente en cuanto a que los ciudadanos conozcan de su existencia y de las medidas restrictivas o disuasorias se pongan en marcha. Se trata de concienciar a la ciudadanía para que en lo posible eviten hacer uso del transporte privado en las ciudades, no de complicarles aún más la vida.





