El sudoku postelectoral está de lo más complicado. La sopa de letras que precede a todas las contiendas electorales ha superado las urnas y ha desembocado en una alambicada sopa de números. Los cálculos han sustituido a los programas y a los principios. Ni los analistas más disparatados sospecharon una distribución de escaños tan compleja. Se barajaron resultados diversos, pero en todos ellos se identificaba un ganador, una amplia comparsa de apoyos potencialmente necesarios y se identificaba un árbitro. Todas las figuras han quedado desdibujadas e impotentes ante la realidad.
Recomponer una sopa de letras, solo con números, aplicando principios y evitando líneas rojas incompatibles entre ellas, es un encaje de bolillos casi irresoluble.
Se vislumbran tantas combinaciones posibles como las del propio cubo de Rubik. Con ocho vértices y doce aristas en filas de a 3, se alcanzan 40.320 formas de combinarse y más de cuarenta y tres trillones de permutaciones posibles. Los resultados derivados de las combinaciones entre 4 formaciones mayores y otras ocho menores son muchas. El problema es que cuesta visualizar alguna combinación realista capaz de formar un gobierno estable. Sólido para continuar creando empleo, ajeno a las veleidades de los intereses partidistas, comprometido con las urgencias de los ciudadanos y vertebrador de la sociedad.
Nos esperan unas semanas, a lo mejor meses, de incertidumbre, postureo y enredo, en las que al preguntar a donde van, nos van a contestar "manzanas traigo". Una nueva consulta no garantiza unos resultados distintos.
No hay que olvidar que el futuro no es de los mas fuertes. Ya lo afirmó Darwin a mediados del siglo XIX; las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al medio.
Sería gratificante que los líderes de las formaciones políticas fueran sensibles a la transformación que está experimentando la sociedad y nos sorprendieran con un pacto capaz de mirar más allá del corto plazo y de sus intereses inmediatos. España saldría reforzada. Sus ciudadanos se recuperarían definitivamente del zarpazo de una crisis financiera y laboral que los ha debilitado y que amenaza en perpetuarse indefinidamente en el tiempo.





