Quien escuche los medios de comunicación impulsados por la Generalitat catalana habrá observado cómo, de forma reiterada, se produce una justificación de las acciones “presuntamente” corruptas de Jordi Pujol. Así mismo, también es llamativo, y casi sospechoso, el que no se haya llegado a abrir juicio oral.
Tales medios suelen argumentar que, durante los años de la transición, e inmediatos posteriores, el panorama político era confuso, por lo que fueron muchos los que actuaron de manera similar al ex honorable, aunque sus ilegalidades no llegaran a ver la luz. Fruto de ese escenario vago e impreciso era lógico, y casi necesario, que liderada la Generalitat una persona capaz de arriesgar sin contemplar los límites que la ley establece, ya que eso hubiese desembocado en el inmovilismo. Dicho en otras palabras, Pujol fue el dirigente que precisaba la nueva realidad política catalana para abrir camino. Y lo hizo convirtiéndose en el personaje más influyente del nacionalismo. Por supuesto, cometió errores que ahora se intenta, desde poderoso aparato propagandístico nacionalista, que no ensombrezcan la trayectoria del anciano expresident.
Así, por ejemplo, se afirma con orgullo que fue una decisión del expresident la que posibilitó la puesta en funcionamiento del Canal 33, saltándose para ello todos los requisitos legales al ocupar sin más la frecuencia correspondiente. Pujol es para los socialistas y nacionalistas catalanes algo así como su amado padre, y por tanto, le deben respeto filial sin importar la gravedad de “potenciales” delitos cometidos ni su extraordinario enriquecimiento personal. Es por eso que, esos mismos medios, no dudan en requerir su opinión para tratar los temas de mayor trascendencia. Lo hacen siempre con la solemnidad que merece a quien se le reconoce una “auctoritas” indiscutible.
La prensa catalana, como es sabido, actúa al calor de las subvenciones de la Generalitat. Por lo que es lógico que el actual president Illa tenga una actitud parecida a la de diarios, radios y televisión. Así, recibe al expresident Pujol con todos los honores en las salas más nobles del Palau de la plaza Sant Jaume, donde figura su propio retrato.
Por otra parte, Zapatero nos anunció hace unos días, en Catalunya Radio, que el presidente Sánchez se hará una foto con Puigdemont tan pronto Pumplido arregle lo de la amnistía. Es decir, se trata de otro expresident “presuntamente” (tampoco ha sido juzgado) implicado en varios delitos de extrema gravedad y clarísima corrupción. Desde esa misma prensa también se justifican todos sus desmanes en aras al bien superior de la catalanidad por ellos mismos definida.
Para mayor abundamiento, dos de los expresidentes autonómicos andaluces que, -esta vez sí-, fueron condenados por prácticas corruptas que supusieron muy graves perjuicios y daños económicos para el conjunto de sus conciudadanos, también son reivindicados por los suyos. Pues, no sólo se les anula las penas impuestas por sus fechorías, sino que además se les invita a las reuniones de partido para que reciban el calor y apoyo de sus conmilitones.
En definitiva, que los corruptos del nacionalismo o del social-comunismo son considerados por sus suyos algo así como justicieros o incluso como revolucionarios constructores de nuevas realidades. No importa el daño y sufrimiento que hayan causado, “Son de los nuestros” y eso es lo importante para ese espectro del arco político. Lo cual se parece mucho a aquella frase atribuida a Roosevelt “Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Esta forma de obrar de la izquierda y de los nacionalistas contrasta con la de la derecha, a pesar de que lógicamente podrían poner encima de la mesa los mismos, o más, argumentos para intentar reivindicar el papel de los suyos.
Sin ir más lejos, fueron los propios dirigentes del Partido Popular quienes retiraron el retrato de Jaume Matas del Consolat de Mar en un vano intento de borrar su memoria. Lo mismo se ha intentado hacer con las abundantes placas de sus innumerables inauguraciones. Aunque aún queda alguna, tal como sucede en el Campus de la UIB.
Pues efectivamente, el expresident Matas es, seguramente, el que más ha contribuido a la formación de lo que hoy es nuestra comunidad. Nos guste o no, es el que mayor impacto ha dejado. No sólo porque la mayor parte de las infraestructuras que facilitan nuestra vida se construyeron bajo sus mandato (la lista sigue siendo impresionante: 34 centros educativos; 25 centros de salud; 3 hospitales; 22 residencias; 11 depuradoras; la capilla de Barceló en la Catedral; 4 desaladoras; varios edificios universitarios; la estación intermodal y la única línea de metro; el cable eléctrico y el gasoducto a la península; 16 carreteras y autopistas, el centro de interpretación del Parque Nacional de Cabrera, fue el primer impulsor de la facultad de medicina, un parque eólico, etc.), sino porque muchas de las instituciones más aceptadas, como pueden ser el actual nuevo Estatut, que contempla una nueva arquitectura institucional con más atribuciones a los consells, incluida la creación del de Formentera, o el famoso decreto de mínimos o la propia IB3, etc. Además, como ministro de medio ambiente impulsó el Plan Hidrológico Nacional, un proyecto que, de haberse llevado a cabo, con toda probabilidad, hubiera evitado el desastre de la Dana valenciana.
Por añadidura, se puede afirmar que además de estar implicado en delitos de mucha menor cuantía y envergadura que los otros expresidentes antes mencionados, ha cumplido con la justicia. Algo que no es previsible que ocurra en ningún otro caso.
Desde luego, no se trata de abogar por relativizar los efectos de la corrupción en la vida pública, ni de iniciar una reivindicación de la figura de Jaume Matas. Pero, sinceramente, les confieso que me produce auténtico asco ese trato desigual.
4 respuestas
Totalmente de acuerdo y aplaudo exhaustivamente el valor de escribir ese artículo en ese entorno hipócrita, fariseo y falso cuál es el político actual.
Si señor, las cosas sin realmente como las describe.
Realista el articulo como la vida misma..la izquierda y el nacionalismo tiene bula papal…
Dirán lo que quieran pero sin duda alguna ha sido el mejor presidente que hemos tenido . Lo mejor , el legado que dejó durante su presidencia. Lo peor , la actitud de sus propios compañeros de partido.
Y otra cuestión. Matas en el caso Noos confesó la comisión de los delitos y pidió perdón. Eso no se lo he visto ni a Griñán, Chaves ni Pujol.