Corría el año 1997. En representación de la Organización Médica Colegial, tuve la oportunidad de participar en reuniones paritarias con el INSALUD, presididas por Alberto Núñez Feijoo, en los que se analizaban temas de interés entre profesionales y administración.
De aquellas reuniones salieron múltiples alianzas de interés general basadas en la confianza. Entre otros, los acuerdos que habilitan para la autoprescripción vía receta oficial a los médicos jubilados y a la sustitución de las guardias de 24 horas, para mayores de 55 años, por módulos de tarde; pactados con la dirección, respetando las necesidades de los servicios y adecuados a cada centro.
Los acuerdos se aprobaron en los ámbitos de negociación sindical y se publicaron en forma de resolución del Ministerio de Trabajo. En 2002 fueron subrogados por las CCAA mediante el Decreto de Transferencia de la Asistencia Sanitaria. Hasta la fecha se vienen aplicando, en general, con sentido común y con amplia satisfacción.
En el momento de adecuarlos a la realidad actual y normalizarlos a la legislación autonómica puede que no se hayan tenido en cuenta ciertos aspectos formales. Curiosamente, por un hipotético problema de forma, algunos están utilizándolos para encender la mecha del conflicto.
Sin entrar en el fondo del asunto y mientras se orienta hacia el objetivo social y profesionalmente deseable es fácil visualizar individuos, algunos en formato becario, interesados en inducir un ambiente de crispación. En especial, los que están realizando módulos de forma subrepticia o los que no tienen derecho a la sustitución por no estar realizando guardias. Otros, que se autoadjudican y acreditan el cumplimiento de sus propios módulos sin supervisión. También, se identifica un tercer grupo que se benefician de módulos no necesarios, excedentes o improductivos.
Los mismos que por la mañana se presentan como asesores áulicos del IB Salut, por la tarde, en una nueva versión de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, confunden a los representantes sociales presentándoles sus contrariedades personales como problemas del colectivo.
Los mismos, que sin competencia profesional para desarrollar sus funciones dentro de los servicios, ni autoridad para implantar los módulos con eficiencia y equidad, apuntan como responsables del desencuentro a los directivos que cumplen con disciplina y rigor sus funciones, responsabilizándoles de falta diálogo o de entendimiento.
Unos verdaderos pirómanos. Son pocos, muy pocos, el colectivo en general es bastante serio, pero habilidosos en amplificar por medios externos sus arbitrariedades y sus propios conflictos de interés personal.
Son pocos muy pocos. Pero los suficientes, profundamente desequilibrados, como para infiltrarse en el govern de Bauza y generar con la colaboración directa y expresa del expresidente y su cortijo, situaciones hilarantes y descomunales despropósitos, o como en esta ocasión, intentar confundir con sus intereses personales a gobernantes, ciudadanos y profesionales.
Créanme, unos pájaros, pero sobre todo abríguense. Buen finde.