Pedro Sánchez, consciente del papel geoestratégico de nuestro país, ultima las medidas que su Gobierno está dispuesto a adoptar contra Israel en respuesta a lo que él considera como el genocidio de la población palestina de Gaza.
Renunciar a que TVE participe en el Festival de la Canción de Eurovisión es probablemente la más contundente, a la altura, sin duda, de lo que a nuestro presidente le importan en realidad las vidas de los palestinos. Por una vez, el madrileño es coherente, lo cual no deja de ser noticia.
Y es un auténtico sacrificio porque, como todo el mundo sabe, España viene cosechando éxito tras éxito en este evento vintage pseudomusical, copado desde hace unos años por mamarrachos y frikis europeos de toda condición y origen.
Concretamente, desde que gobierna nuestro sabio líder hemos acumulado dos puestos 24, dos puestos 22 y un puesto 17, con la única excepción discordante del año 2022, en el que la hispanocubana Chanel Terrero quedó en un sonrojante tercer puesto, echando por tierra todo el trabajo de los asesores artísticos y de los miembros del Consejo de Dirección de RTVE (120.000 € al año por cabeza), en su búsqueda por toda la geografía española de lo peor de cada casa, la voz más disonante y la puesta en escena más progre y ecosolidaria de la muerte. Afortunadamente, han sabido corregir en las tres últimas ediciones, enderezando el rumbo y volviendo a la senda que nunca debieron abandonar, la del puesto 17 para abajo, nuestro nicho natural.
La frustración en la calle es máxima. Había sobradas esperanzas de que en 2026 nuestro representante fuera nada menos que Sergio Ramos.
Y, en línea con esta desmesura, Sánchez estudia también exigir a las federaciones deportivas internacionales que Israel deje de participar en las competiciones. Lo de retirarnos nosotros por la presencia israelí es solo una posibilidad de la que se habla por hablar, o, en todo caso, por lo bajini y solo cuando el presi tiene al teléfono a Ione Belarra o a Irene Montero, que le dan la turra todo el día (la Montero, por cierto, haciendo equilibrios entre su cruzada antisemita y las reuniones del APA del nuevo cole de sus hijos), porque tampoco es cosa de acabar cabreando al personal que vota colorado, al que sospecho que probablemente le interese mucho más el fútbol que cabrear a Netanyahu.
En Israel, por descontado, están pendientes al segundo de lo que finalmente decida Pedro y, de hecho, los tanques, tropas y bombarderos sionistas tienen las líneas permanentemente abiertas por si, ante la severidad de una medida como la dimisión eurovisiva de RTVE, Bibi da la orden de retirada general, petición de sinceras disculpas a nuestro egregio estadista, y acogimiento fraterno de la flotilla libertadora que lleva un par de semanas de crucero por el Mediterráneo.
De verdad, Pedro, acojonados los tienes.
