Mejor juntos

En estas pasadas elecciones tampoco ha sido posible. Los partidos nacionalistas/ regionalistas de las islas, no sometidos a obediencia estatal, se han presentado por separado y no han conseguido ningún diputado.

A pesar de que las circunstancias parecían más propicias que nunca. La erosión de los dos grandes partidos tradicionales y la subsiguiente dispersión del voto, así como los buenos resultados de las elecciones autonómicas de mayo, especialmente de Més, auguraban unas posibilidades reales de conseguir representación en el Congreso. Sin embargo la realidad, una vez más, ha supuesto una nueva decepción.

Més obtuvo en mayo un resultado histórico con más de sesenta y cinco mil votos y el 15,33 % de los sufragios, que le supusieron nueve diputados en el Parlament Balear, mientras que El Pi consiguió un más que digno 7,96 % con treinta y cuatro mil votos y tres diputados autonómicos, rozando el cuarto por Ibiza.

Tras estos logros tan notables se propuso la posibilidad de una lista conjunta de ambos partidos baleares encabezada por un independiente de prestigio, que fue rechazada por Més. Supongo que consideraban que su gran logro en las autonómicas les impulsaba hacia la consecución histórica de un diputado de obediencia balear. Por otra parte, argumentaban que una lista conjunta no garantiza sumar los votos obtenidos por ambos por separado, ya que se perderían muchos sufragios por razones ideológicas y de antipatía mutua.

A la hora de la verdad, sin embargo, a pesar de que en el 20-D ha habido un incremento de cincuenta y cinco mil votos respecto de las autonómicas, Més ha perdido treinta y dos mil, prácticamente la mitad de los que obtuvo en mayo, y ha caído al 7,02 %. Y El Pi ha perdido veintidós mil, casi dos tercios, cayendo al 2,67 %. Una debacle en toda regla para ambos, de la que deberían sacar conclusiones.

Lamentablemente, muchos ciudadanos que votan partidos baleares en las elecciones municipales y autonómicas, cambian su voto en las generales y pasan a optar por partidos estatales. Parece claro que la inmensa mayoría de los votos perdidos por Més han ido a Podemos, y los perdidos por El Pi al PP. No parece descabellado pensar que los votos que una lista conjunta hubiera perdido por ideología, dogmatismo o sectarismo, se han perdido igualmente. Tampoco parece insensato considerar que los que han votado a ambos partidos son ciudadanos persuadidos de la conveniencia de que las Islas Baleares dispusieran de representación propia en el parlamento español y, por tanto, hubieran votado igual, o quizás con más convencimiento, a una lista conjunta.

La suma de ambos partidos, cuarenta y seis mil ochocientos treinta y tres votos, hubiera representado el 9,69 % y hubiera conseguido un diputado, el octavo del reparto, a costa del PSOE.

Aunque es indiscutible que muchos votantes tienen prejuicios ideológicos, no es menos cierto que existe un conjunto de ciudadanos convencidos de votar a una lista de país. Quizás deban ser los propios dirigentes de los partidos los que se liberen de dogmatismos y sectarismos y sean capaces de presentar una lista unitaria con suficiente crédito y autoridad y un programa conjunto ilusionante de defensa de nuestros legítimos derechos, que pueda convencer y aglutinar a una masa crítica suficiente de ciudadanos y conseguir, de una vez por todas, representación propia en el parlamento español.

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