Con un poco más de reflexión y tranquilidad, sería interesante preguntarle a los líderes del PSM qué es exactamente lo que entienden por éxito electoral, tal como proclamaron en la noche del domingo. Este partido, que en 1995 logró 45 mil votos, que en el 99 bajó a 42 mil, la noche de este domingo celebraba los 36 mil votos como una victoria. Sólo a partir de la incomprensible línea de pactos con otras fuerzas se puede justificar su visión de que han crecido cuando, en realidad, el PSM está estancado o en retroceso. El domingo ni siquiera ha dado cobijo al voto de los socialistas descontentos, que como se ha visto son un ejército. El liderazgo de Biel Barceló aporta una voz nueva, desde luego, ¿pero aporta un discurso presentable o estamos ante una propuesta pintoresca? Pronto lo veremos, pero algunas cosas que escuchamos estos días nos apuntan a que esto va a entrar en caída libre. El PSM, que es un partido formado por gente bien intencionada, debería replantearse su futuro acentuando las cuestiones que interesan a los ciudadanos, reconvirtiendo su mensaje a lo que preocupa en el presente. Todo apunta a que mantiene una dinámica de los ochenta, absolutamente desbordada por la realidad. El simple regalo de la famosa albahaca, que en su momento fue ingenioso y demostraba vitalidad, es hoy una rémora del pasado que confirma al ciudadano que están como estaban en los ochenta: caducos, trasnochados, envejecidos.





