En las últimas semanas todo el mundo habla de Ana Botella. Perdón, rectifico: todo el mundo se ríe, y con razón, de Ana Botella y su ridículo antológico. Ese sí que fue olímpico. Pero no confundamos la mediocridad de la señora Aznar, que a todas luces no está a la altura de casi nada de lo que hace, con la dolorosa decisión del COI. Aunque no hubiera invitado al mundo entero a su “cup of café con leche”, los Juegos seguirían de camino a Tokio. ¿Pero acaso Madrid fue favorita en algún momento? ¿Quién lo dijo? Fue el Telediario, y los medios de comunicación, cómplices unos y eufóricos otros, y la organización de la candidatura madrileña, que qué van a decir, pobrecillos. Pero ¿alguien se cree de verdad que en algún momento Madrid tuvo la más mínima posibilidad? Yo creo que ni nos paramos a pensarlo – el vulgo, digo-, y al ayuntamiento de la capital y a su equipo de preolímpicos les traicionó el ego o vaya usted a saber el qué. El quijotismo castellano, tal vez. Pero desde luego, de haber sido consultado, el sentido común decía todo lo contrario.
Barcelona 92 está aún muy próxima en el tiempo. No hace falta hacer muchos cálculos para darse cuenta. Y Madrid lo intenta desde el 2012. Mucha España se me antoja para el comité internacional. Donde además hay mucho europeo influyente, y a nuestro amado país lo acaban de rescatar hace unos meses. Sí, rescatar, aunque haya eufemismos para dar y regalar, y después hablemos de brotes verdes, de luces y túneles o de la prima de riesgo que sube y baja como un yoyo. Y encima, si de algo hemos sido un referente últimamente en España ha sido en el tema del dopaje, que justo o injusto ha sido todo un bombazo mediático y judicial. Y ya que tocamos el tema, nuestra familia real, tan olímpica ella y siempre abanderada de nuestras quimeras, anda imputada o de mudanza o cazando elefantes o haciendo préstamos a bajo interés.
¿De verdad que Madrid tuvo opciones en algún momento? Sí, sí, a pesar de Fukushima.