Los turistas que se alojan en la Playa de Palma perciben la zona como un entorno seguro, con bajos niveles de delincuencia. El dato es especialmente relevante entre los turistas de más edad, el llamado turismo senior, quienes puntúan con un 7,48 el grado de seguridad en la mayor zona turística de Mallorca. El dato lo ponía de ejemplo este domingo el mayor de la Policía Local de Palma Miquel Quetglas en su entrevista en mallorcadiario.com.
Quetglas es toda una autoridad en la materia, al sumar a sus conocimiento de calle -con años de servicio en la zona- una amplia labor académica y de investigación como Licenciado en Ciencias Políticas,abogado diplomado en Criminología, y más recientemente, doctor en Turismo con una tesis que alcanzó la máxima calificación y que defendió bajo el título "Seguridad y políticas públicas en destinos turísticos maduros: el caso del turismo sénior en la Playa de Palma".
En su argumentación, Quetglas reseña que el 49 por ciento de los turistas que se alojan en Playa de Palma regresan a este mismo destino en alguna ocasión posterior, lo que refuerza la imagen de seguridad que transmite el entorno. La Playa de Palma es la más veterana y la mayor zona turística de la Isla; un destino maduro que en agosto ha contado con 98 establecimientos hoteleros abiertos que han podido ofrecer más de 30.000 plazas turísticas en pleno año de pandemia, con una segunda temporada marcada por las restricciones a la movilidad.
Que la zona obtenga ese reconocimiento en materia de seguridad por parte de quienes la visitan es un dato esperanzador que va más allá de los hechos puntuales de inseguridad y pequeña delincuencia -que sin duda se producen- o del vandalismo callejero y alteraciones del orden público, de escasa percepción por parte de los turistas.
La visión de Quetglas abunda, sin embargo, en la necesidad de profundizar en la mejora y renovación de Playa de Palma, como han emprendido los empresarios de la zona hace unos años, y en potenciar el nuevo paradigma de calidad turística frente al turismo de excesos y borracheras. Este parece ser el único camino para consolidar la zona como un destino seguro que, además, pueda alcanzar la desestacionalización y la diversificación de la oferta que tanto ha perseguido durante años.
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