A mí me van a perdonar pero hoy voy a hablar de corrupción. O de presunta corrupción porque hemos de ser exquisitos: aquí todo el mundo es inocente hasta que es condenado. Y yo no tengo problema en respetar esta presunción porque no quiero cuestionar a las personas sino algunas debilidades muy interesantes. Ustedes verán: no podemos dejar pasar así como así que un presunto corrupto construya un templo budista o hinduista, o cualquier otra de esas cosas orientales que yo no llego a dominar en absoluto. Oigan, que tiene su gracia. O sea incienso y reflexión pero a la vez mano en el cajón. No está mal. Pero es muy interesante también lo de otro asunto en el que el Gobierno pagó, supuestamente, 60 mil napolitanas. Sí, el bollo de desayuno. ¡Qué quieren que les diga! Yo no podría con ellas sin 30 mil cafés con leche, como mínimo. Hombre, si yo me encuentro a alguien con 60 mil napolitanas, desde luego, lo último que se ocurre es pensar que sólo es un “presunto”. No me dirán que somos corruptos como otros. No, aquí tenemos lo nuestro.





