La neoeducación

La invención de la rueda supuso un descubrimiento para el avance de la sociedad que a día de hoy seguimos aprovechando. Nadie, en su sano juicio, hubiese imaginado que aquel invento aportaría tantos beneficios en el progreso de la humanidad. Algo similar nos está ocurriendo con la educación.

De la tiza-pizarra-cuaderno pasamos a la proyección de diapositivas en una pantalla y a la proyección de transparencias sobre la pared hasta que llegó el ordenador y el acceso a internet que supuso la revolución 2.0 en las escuelas.

Los alumnos dejaron de copiar el contenido de las enciclopedias para pasar al “copy-paste” del señor google o la Wikipedia. Los trabajos pasaron de ser manuscritos a ser mecanografiados, y posteriormente, confeccionados en procesadores de textos informáticos.

Esto evidencia que la escuela ha avanzado al ritmo de la sociedad y la globalización. Y no es menos cierto que los docentes hemos tenido que ir adaptándonos de forma vertiginosa a estos cambios para no quedar atrás. El power point ya forma parte de la prehistoria educativa. Ahora se lleva trabajar con canva, genially, bookcreator y tantas primas hermanas de estas aplicaciones que florecen como las setas para dar respuesta a todas las necesidades que marca el sistema.

Pero estas, ya empiezan a formar parte de la historia antigua. Ahora la revolución neoeducativa está en el “ChatGPT”. La nueva forma de trabajar en el aula; pero que afortunadamente no va a conseguir desplazar a la figura del docente, de momento. La inteligencia artificial va ganando terreno a la inteligencia natural, la humana. Y no sólo en el ámbito educativo obligatorio. También ha llegado al universitario. Esto va a obligar, nuevamente, a cambiar el diseño de las clases y la programación de las actividades.

Lo único que sigue como antaño es la lectura de un libro en papel. La venta de estos, a pesar que ha disminuido, no ha desaparecido. Y algo muy importante es que los niños que leen a diario ganan más de un curso escolar respecto a los que no lo hacen. Y ésta es la magia que no debemos perder. Porque no solo avanzamos como sociedad con tecnología. También lo hacemos con conocimiento.