En lugar de presumir de los seguidores que tiene en las redes sociales, Maheta Molango debería preocuparse de los que no tiene en el estadio, al que no acuden ni los socios. Bueno, también habría que matizar a cuántos jugadores, empleados, técnicos y familias se condiciona, si también suman en el cómputo total y cuántos usan sus abonos o los ceden a terceros. Sin entrar en detalles y de acuerdo con las cifras facilitadas por la Liga de Fútbol Profesional hasta hace una semana, el Mallorca también ocupa el furgón de cola en cuanto al porcentaje de espectadores presentes en las gradas de Son Moix ya que es el trigésimo quinto clasificado entre los cuarenta y dos equipos que integran la primera y segunda división.
Lógicamente el cálculo es porcentual, pues está claro que en medio Nou Camp caben más aficionados que en el Municipal de Reus, por citar un ejemplo. De hecho este segundo recinto cubre como promedio más del ochenta por ciento de su aforo y solo se ve superado por el Nuevo Butarque, donde el Leganés recibe a sus visitantes. También es normal que, con la excepción mencionada, los primeros puestos los copen equipos de Primera. El Cádiz, otro de Segunda, se cuela en la décimo octava plaza y llama la atención la mala clasificación del Español, único de los grandes que viaja por debajo de hasta ocho equipos de la categoría de plata.
El Mallorca, con un exíguo treinta y ocho por ciento. es el décimo quinto entre los de su clase, lo que nos permite colegir que ni el juego del equipo, sus resultados y su clasificación, los discursos vacíos del consejero delegado ni los hueros y sentimentaloides actos del centenario han calado en un mallorquinismo que, en su mayoría, ha desertado. Precisamente dio en el clavo Marcos Cabotá, director de la película conmemorativa, con motivo de su presentación: el Mallorca de ahora no es el que veremos en el cine, el auténtico; lo de ahora es algo temporal. Y Monti Galmés estaba allí.
