El problema empieza cuando aparecen determinados defensores oficiales de los jugadores y empiezan a liarla.
El último en sumarse a esta lista de voceros oficiales ha sido el inefable Jorge Mendes, reconocidísimo intermediario y agente de, entre otros, CR7 y Mourinho, por poner un ejemplo.
Este señor, que vive entre otras cosas de las comisiones que cobra por los fichajes y contratos de sus representados, ha dicho sin ruborizarse que “es difícil ser Cristiano Ronaldo”, para justificar el supuesto escándalo de la fiesta de cumpleaños de su pupilo.
Desconozco el contexto en el que tal sandez fue pronunciada. Pero me da igual. No hay un solo contexto en el que sea cierto que ser Cristiano Ronaldo es difícil. Y decirlo en un país en crisis y en un mundo donde hay gente que se muere de hambre me parece el colmo de la tontería.
Cristiano Ronaldo gana unos doce millones de euros netos al año por jugar al fútbol. Lleva en esto desde muy joven, por lo que sin duda su cartera no habrá sufrido la crisis.
Yo no dudo de que sea un gran futbolista (yo prefiero a Leo Messi, otro pobre desgraciado), y desde luego entrena mucho y corre mucho, y hasta es posible que le den patadas y le insulten en los campos.
Pero de ahí a que sea difícil ser como él media tanto abismo como entre el 1% de ciudadanos que viven en la opulencia y el 30% que viven bajo el umbral de la pobreza.
Escuchando a Mendes me ha venido a la cabeza el título de una icónica y espantosa serie mexicana de los 80: “Los ricos también lloran”. Y es cierto, pero suelen llorar por cosas distintas.