Paola Obrador es psicóloga y sexóloga. Ha ampliado su formación académica con diversos másteres y es experta en Análisis Psicosocial de la Violencia de Género. Es codirectora del Instituto Psicología – Sexología Mallorca. Mallorcadiario.com ha hablado con ella para conocer la opinión profesional de cuestiones relativas a la sexualidad como la prostitución, el consumo de pornografía entre los jóvenes y su educación. También habla de las agresiones sexuales en las fiestas populares.
PROSTITUCIÓN Y MACHISMO
Un reciente estudio del Grup d'Estudis de Prostitució a les Illes Balears nos dice que alrededor de 100.000 hombres requieren los servicios de prostitutas al año. Llama la atención que casi 5.000 recurren a servicios sexuales de pago cinco veces o más al mes. Se calcula que ejercen la prostitución unas 2.400 mujeres y que el negocio del sexo mueve al año unos 50 millones de euros. ¿Tan poco han cambiado las cosas?
Esos son los datos, la estadística. Personalmente no creo que hayan cambiado las cifras, ni el tipo de cliente. Seguimos teniendo una cultura de género, que es la cuestión transversal al respecto, en la que sé habla mucho de violencia física, de maltrato, pero que no ve en la prostitución. Perdura un micromachismo, que no tiene nada de micro, que además está popularizado e incluso tolerado en determinados sectores masculinos. No nos gusta reconocerlo, pero el machismo sigue imperando más allá de la violencia de género.
¿Se ha encontrado con casos en los que hombres que requieren los servicios de prostitutas y que con posterioridad entiendan que está mal y quieran dejarlo? ¿Hay alguna conciencia, aunque sea mínima?
No, la verdad es que nunca me he encontrado con esta situación. No puedo asegurar que no se dé algún caso, si bien a mí aún no se me ha presentado. Sí que he encontrado casos de adicción a la pornografía. Es difícil sacar conclusiones pues son pocos los casos de clientes que manifiestan una adicción a la prostitución. La mayoría son consumidores esporádicos que buscan una experiencia sexual y no clientes regulares.
Esa experiencia de la que habla a veces se esgrime como excusa fácil: “busco fuera lo que no encuentro en casa”...
Sí, totalmente, por supuesto. Pero también tenemos que hablar de chicos jóvenes que tienen encuentros esporádicos y que recurren a al prostitución en busca de experiencia, en la búsqueda de una exploración sexual. Insisto, no he encontrado casos de pacientes consumidores habituales de prostitución que acudan a la consulta.
¿Y por qué?
Tal vez porque esas personas no tienen la necesidad de acudir a una psicóloga o sexóloga.
¿Sirven de algo, calan en los hombres las campañas para concienciar sobre la realidad de la prostitución?
Es muy difícil que calen, la verdad no demasiado. Aún así, todo lo que sean campañas de prevención, para concienciar, deben repetirse, al final el camino poco a poco se anda. Su eficacia se define por la repetición, como cualquier otra forma de publicidad. Hay que insistir, ello es lo que consigue que la gente se conciencia a largo plazo.
EL SEXO EN LAS FIESTAS POPULARES
Este verano se han puesto en marcha numerosas campañas contra las agresiones sexistas en las fiestas populares, especialmente entre los más jóvenes. El cóctel de alcohol y otras sustancias y la aglomeración no parecen la mejor compañía... ¿Por qué sigue pareciendo que en un ambiente fiesta popular todo está permitido?
Volvemos una vez más al tema de la cultura de género. Tanto los hombres como las mujeres hemos sido educados, tanto en la cuna familiar como a niveles sociales y culturales, para asumir determinados roles. Los hombres deben ser activos y dominantes, los que inician el contacto, no me refiero a una agresión sexual sino a ser los primeros en acercarse... Es ese tonteo que resulta molesto para la mujer y que para el varón no termina de ser relevante. El hombre ha sido educado para pensar que las cosas “tienen que ser así”, pues de lo contrario se le tilda de pardillo. Las chicas, al revés: hemos sido educadas para entender todo esto como algo normal. Toda mujer, y aunque parezca un tópico, ha recibido un piropo a gritos en su vida. No hablo de un piropo bonito, no, hablo de un piropo grosero. En un entorno de fiesta en el que se mezclan alcohol y otras sustancias que parece que todo favorece para que uno se pase de la raya aunque no haya bebido. No pensemos que el alcohol y la drogas son una excusa de dichos comportamientos, pueden ser facilitadores, pero al final tenemos que volver a esa educación que nos dice que no somos iguales y que lleva a pensar a algunos hombres que pueden propasarse porque no la ven como a una persona, no empatizan ni respetan. Cuando un joven agrede sexualmente a una mujer en un entorno de fiesta, parece que se refuerza a corto plazo, es tan inmediato, que no se va más allá. Es muy complicado hacer cambiar la mentalidad. El refuerzo inmediato se impone a la reflexión de haber hecho algo que no se debe, en el caso de que se tenga.
Dicho de una manera prosaica y si la entiendo, ¿esta actitud ante el sexo se da porque prima la emoción de lo inmediato al sentimiento?
Sí, así podría explicarse. Eso forma parte de nuestra naturaleza, lo que no quiere decir que no podamos hacer nada al respecto, ni muchísimo menos. Las personas, como los animales, estamos programados para responder a lo inmediato y a las necesidades primarias. Podemos conseguir con información y educación que haya una inhibición de ese impulso. Al final se trata de conseguir que esos compartimientos dejen de ser gratificantes por una cuestión social. Nadie tendría un comportamiento así con una chica si no tuviera a su alrededor un grupo de chicos que le hicieran el coro. Si en lugar de jalearlo le dijeran “¿qué haces?”, se perdería en la mayoría de los casos el refuerzo del que hablo.
EDUCACIÓN SEXUAL Y PORNOGRAFÍA
Se supone que tenemos más información que nunca y que se nos educa de otra manera. Si todo esto sigue sucediendo es porque fallamos en algo.
Lo primero que no estamos haciendo bien es que comenzamos a educar tarde. Este tipo de educación debe comenzar en la infancia, entre los tres y cinco años, evidentemente a su nivel. Ahí es por donde hay que empezar. Si comenzamos a educar en la pubertad o en la adolescencia llegamos tarde porque ya han tenido muchas influencias previas. Debe educarse en las escuelas y en la familia.
Se habla mucho y preocupa que los jóvenes utilicen la pornografía como sustituto de la educación en las escuelas y en la familia, y como ello puede desembocar en comportamientos sexuales basados en modelos que no se corresponden con la realidad. ¿Se nota realmente esa influencia de la pornografía en los jóvenes?
Si, por supuesto, y en la aparición de disfunciones sexuales de los jóvenes cuando pasan de los veinte años. Nos llegan casos a la consulta. Hay una absoluta falta de educación sexual en los jóvenes. Hay mucha educación desde un punto de vista teórico y escaso. Se les educa en la prevención de enfermedades, del VIH SIDA, en la prevención de embarazos. En todo lo demás, y eso incluye como son las relaciones sexuales, qué se espera de ellas, que la penetración no es la única relación que existe, qué esperar si soy hombre o mujer, hay más bien poco. Y no desde un punto de vista social, sino del de aquello que tiene que ver con la érotica y el placer. Si se les informa sin miedos, estarán mucho más preparados para enfocar sus relaciones, para saber decir no... Como buscan esa información y no la encuentran, van al único recurso que tienen que es la pornografía.
¿Es tan generalizado el consumo de pornografía?
A nuestros pacientes les preguntamos cuales han sido sus fuentes de información sexual a lo largo de su vida. Casi siempre la respuesta es el boca a boca de los amigos, la pornografía y la lectura de revistas no especializadas. Muy pocos, y eso no ha cambiado entre jóvenes y adultos, nos dice que en la familia se podía hablar de sexo e incluso que, aunque podían preguntar, no lo hacían por vergüenza.
¿Es perniciosa en sí la pornografía?
La pornografía en sí no es mala, es un estímulo como cualquier otro, puede ayudarnos a generar fantasías. Que sea el único estímulo y que tengamos un sólo tipo de pornografía heterosexual destinada a hombres, o de relaciones entre mujeres pero también para un consumidor masculino, establece unos patrones no adecuados, esterotipados, donde hay unas prácticas y un final de la relación muy concretos. Chicos y chicas que ven pornografía establecen que eso es lo normal, ahí es donde fijan el listón y generan expectativas hacia los demás y hacia sí mismos que crean patrones no adecuados y pueden conducir a disfunciones más tarde.
Parece que los hombres son los únicos consumidores de pornografía y que pueden desarrollar esos roles. ¿Las chicas también son susceptibles a ello?
El consumo de pornografía en chicas es menor, pero también está menos declarado. Si hacemos una estadística de las chicas que consumen pornografía, seguro que habría algunas más de las que lo reconocen. En general, las conclusiones que las chicas sacan de la pornografía son diferentes. Los chicos suelen quedarse con el “tengo que”: “tengo que contentar a la mujer, tengo que hacer lo que veo, tengo que hacer esa postura...” Las chicas más que con la ejecución del sexo, que es en lo que se fijan y se miden los chicos, suelen fijarse en la parte física. A las mujeres nos han educado para ser objetos sexuales y de ahí viene la importancia de la imagen, cosa que, por cierto, también empieza a verse en los chicos. Las chicas se dicen: “yo no tengo ese pecho, no tengo ese cuerpo, no sé hacerlo así...”. En general, las dos grandes cuestiones son falsas expectativas e inseguridades.








