Nos toman por tontos (I)

Siempre me he preguntado por qué se dice eso que a alguien se le engaña como a un chino... dudo que sea por su ignorancia, pues por algo son de las primeras potencias económicas a nivel mundial. No creo que sea a los chinos a quienes se engañe, sino a nosotros y se nos quedan los ojos rasgados como los orientales de tanto darle al coco intentando comprender, procesar o metabolizar los argumentos poco claros de los gobiernos. Y, ahora sí, me estoy refiriendo al Govern, al feudo de Armengol. A ese mismo Pacte que está repitiendo prácticas que ya ejecutó hace ocho años, y así nos fue...

Me explico: cada viernes tras el consell de govern, como si del día de la marmota se tratase, acabo oyendo hablar de déficit y deuda o deuda y déficit. Pensaba yo, que ya saben que no voy muy servido de cerebro para determinados temas, que ambos términos se referían a lo mismo. Pero no lo son. Entonces es cuando me acordé de mi madre y de todas las que son como ella (que no son pocas, y todas votan). Mi madre no distingue entre déficit y deuda, y no tiene tampoco por qué hacerlo, que no todos tenemos que tener un master en economía. Lo que mi madre sí debe entender son las explicaciones claras y transparentes que le ofrezcan los que gobiernan (tanto si les ha votado como si no). Explicaciones que, en este caso, brillan por su ausencia. El Govern Armengol marea la perdiz y juega al despiste aprovechando la confusión de muchos. Se creen que todos sufrimos un retraso y nos pueden torear. Y para torear señora Armengol y compañía... ya está el Campanilla.

Como me niego a sufrir este atropello, y a que todos los que están en mi misma situación sean víctimas injustas de la manipulación de los ineptos e incompetentes que nos gobiernan; opté por hacer el master acelerado del que les hablaba antes y ofrecer a quien quiera un curso rápido de “matemáticas para tontos” (y entiéndase que los tontos no somos, precisamente, los que vamos a votar cada cierto tiempo...)

Deuda: en este caso, deuda pública. Es lo que debemos. Nos endeudamos cuando gastamos más de lo que tenemos.

Déficit: hablamos de déficit fiscal. Es la diferencia negativa entre lo que ingresamos y lo que podríamos gastar.

Deuda y déficit van de la mano. Y ahora el ejemplo práctico. Tengo una familia muy mona que cada día gusta de desayunar zumo de naranja. Para ello, cada uno de mis 8 hermanos y yo mismo aportamos un euro al día a una caja común. Así pues, tenemos 9 euros. Cuando voy a comprar naranjas me cuestan 9,50 euros, y me dice Andreu (el tendero imaginario, no Timpano. De este hablaré después) que no está previsto que bajen de precio por ahora. El euro que ponemos todos los hermanos Ariza no me van a bastar para el zumo diario entonces. O le digo a la tropa que pongamos más pasta cada día o busco otras soluciones.

Bien. Mi madre que vende huevos y tiene una buena hucha me prestará dinero para la próxima semana. Mis hermanos y yo aportaremos un total de 63 euros (9 euros al día, los 7 días de la semana), pero el zumo me costará 66,5 euros (9,5 euros al día en naranjas, los 7 mismos días de la semana). Le pido a mi madre que me preste 3,5 euros, la diferencia. Mi madre, que es mi madre pero también muy negociante, me dice que sí, que por supuesto pero que quiere 4 euros. O sea 50 céntimos de intereses. Señores, señoras, les presento a “mi deuda”, y además con intereses incluidos.

Sigo procediendo cada semana igual, y no les pido a mis hermanos que pongan más dinero para el zumo. Mi deuda aumenta (los intereses también están presentes cada semana). Además de pagar el zumo tengo que pagar la deuda. Estoy gastando más de lo que tengo, y cada vez tengo que recurrir a más préstamos para hacer frente a las deudas anteriores. Es un maldito círculo vicioso. Mis cuentas son negativas, estoy ingresando menos de lo que gasto. Bienvenido señor déficit, aquí está usted.

Estoy simplificando mucho, lo sé, pero es para que lo entendamos todos. No lo he dicho hasta ahora, pero a mis hermanos no les quiero pedir más dinero porque no quiero que piensen que soy tonto y no sé gestionar la economía doméstica. Opto por añadir agua al zumo y comprar menos naranjas una temporada, hasta que se quejan. Claro, les estaba engañando, eso no sabe a nada (¿como a chinos?). Entonces me invento que para utilizar el inodoro tienen que pagar 10 céntimos, que para abrir el grifo de la ducha aporten 10 céntimos más... todo esto son, ni más ni menos, que ¡los impuestos!. Está al caer que mis hermanos se rebelen, y yo no sé qué más inventar para generar más dinero en casa y que no descubran mi ineptitud. Porque aparte de las naranjas para desayunar también queremos (todos los hermanos) la casa limpia, así que contratamos a una empleada del hogar. Queremos el jardín arreglado, pues un jardinero. Queremos las paredes blancas impolutas: un pintor. Y suma y sigue que la deuda y el déficit ya se están fregando las manos con nosotros.

Este pequeño desastre doméstico es lo que tenemos en nuestra comunidad pero, evidentemente a muchísima mayor escala. La deuda que arrastramos ya era histórica. El déficit ni les cuento. Por tanto, venga subir impuestos, y todo para poder seguir contratando nuevo personal público (que no entro a discutir si es necesario o no, pues en determinados casos entiendo que esté justificado) y mantener ciertos estatus como los sueldos y dietas de los políticos de turno y sus asesores (que también suman).

¿Qué ha optado por hacer el Pacte? Lo mismo que ya hizo Antich en su momento, utilizar el cajón. No, no es el cajón de los ahorros. Es el cajón donde se esconden las facturas. Las facturas de mi madre cuando les vende los huevos de los que desayunan ellos. Las de mi madre, las de la tuya y las de muchísimos más. Los proveedores al fin y al cabo. En ese cajón tan lindo las facturas no computan, no son deuda, no generan déficit... no existen. ¿Y qué si los proveedores ya no cobran a 30 días y sí a 90?, ¿acaso tú te enteras que eres funcionario?, ¿o tú que trabajas como empleado?. No, pero el empresario sí que se entera. Y no todos los empresarios tienen multinacionales, que mi madre tiene una parada en el mercado y tiene que comprar el pienso para las gallinas, que sino... ¡no hay huevos! y los bichos mueren de hambruna y todo junto es muy triste de ver. Y si no compra pienso, y las gallinitas mueren, el de la cooperativa (el que vende el pienso, por si alguien se ha perdido) tampoco ganará lo mismo y no podrá mantener a sus empleados... y así, otro círculo vicioso (y no es de los de Podemos).

Han pasado poco más de 9 meses desde las elecciones y los proveedores ya cobran tarde, nos han aumentado impuestos (y sospecho que los seguirán aumentando, aunque Armengol haya presumido esta semana en el Parlament que no será así). Además el Pacte es tan... inepto ya lo he dicho... tan...incompetente, también lo he dicho... tan negado que ya se le ve el plumero. En estos nueve meses ya se ha filtrado que han aumentado la deuda en 800 millones de euros más. ¿¡Qué debe haber tras sus políticas si en menos de un año ya vamos por estos derroteros!?. Si las reglas de tres no fallan, en 48 meses (4 años de gobierno) la deuda habrá aumentado en 4.266 millones de euros. Y si las reglas de tres fallan... puede ir a mejor pero también a peor.

¿Dónde acabaremos? Me temo que tendrá que venir otro Bauzá a limpiar los cajones y ponerse manos a la obra con esta deuda (que no déficit), o nos quedaremos bien embarrados.

¿Y Timpano (Andreu Manresa para quien aún no sepa quién es Timpano) en todo esto? Pues le utilizaré para romper el ritmo económico de mi artículo. La semana pasada dijo en el Parlament, en una comisión de control a la que compareció, que no quería hacer televisión populista. Pues para no querer hacerla no tardó ni siete días. A principios de esta semana llevó las putas a la tele. Sí, en el debate Dues Voltes (programa estrella como gusta Timpano de referirse a él y que no supera nunca el 2 % de audiencia) hablaron sobre si legalizar o no la prostitución. En televisión, los que hace años que trabajamos, y no es el caso de Manresa, sabemos que las putas, los maricas y los toros venden mucho, o sea que tienen audiencia. Pues ni con las putas, oye. Ni con esas le funcionó a Timpano.

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