Escorca. Considerado un símbolo religioso y cívico cultural del pueblo mallorquín, tiene su origen en una antigua leyenda, según la cual la imagen de Santa María de Lluc fue encontrada, un sábado por la tarde, por un pastor y un monje, junto al torrente que pasa por detrás de la actual sacristía del santuario. Ese mismo día fue trasladada al oratorio de Sant Pere de Escorca, entonces sede parroquial. Pero, cuando a la mañana siguiente, los habitantes del pueblo acudieron a venerarla, había desaparecido y la encontraron nuevamente junto al torrente, hecho que se repitió varias veces y motivó la construcción de un pequeño oratorio en el lugar del hallazgo, para venerar la imagen. El primer documento que hace referencia a la capilla de Santa María de Lluc es el testamento del caballero Valentí de ses Torres, el 31 de octubre de 1268. Otro documento de 1273 ya habla de la gran afluencia de peregrinos, pese a la peligrosidad del camino. A finales del siglo XIV se adecuaron los accesos y se levantaron siete monumentos de piedra, representando los gozos de la Mare de Déu, esculpidos por Llorenç Tosquella y policromados por Pere Merçol. El santuario fue erigido colegiata por el papa Calixto III en 1456. En tiempos del prior Gabriel Vaquer (1526) se promulgaron los estatutos, entre los que destaca la obligación de celebrar una misa matinal cantada por seis niños, origen de la escolanía de los ‘blauets’, un coro infantil que reside en el santuario, recibe formación humanística, religiosa cultural y musical y cada día canta a la Mare de Déu en nombre de toda Mallorca. En 1586 se construyó un edificio para alojamiento de los peregrinos y sus cabalgaduras, denominado popularmente ‘els porxets’. La actual iglesia, de estilo renacentista, se construyó entre 1622 y 1691 y ha recibido numerosas distinciones a lo largo de los siglos, si bien, el acontecimiento más importante tuvo lugar el 10 de agosto de 1884, fecha en la que el obispo de Mallorca, Mateu Jaume, celebró, ante 12.000 peregrinos, la coronación de la imagen de la Mare de Déu, acto para el que, mediante suscripción popular, se realizó una bellísima corona. A principios del siglo XIX, se amplió la hostería y se construyeron los monumentos de los Misterios del Rosario. En 1954 se inauguró el museo, con un fondo muy importante de materiales de la época talayótica, ornamentos litúrgicos, cerámica y pintura, además del tesoro de la Virgen.
