Los medios recogen que la recién nombrada Ministra de Sanidad, Carmen Montón, entró en el Govern del País Valenciano colocando a 23 amigos, entre ellos a su marido. Supera a todos sus congéneres. No es raro que los partidos que de forma subrepticia tienen entre sus principales ocupaciones colocar a sus peones en las distintas administraciones la hayan elegido como “primum inter pares”. Verdaderamente, veintitrés son un montón.
De hecho, la legislatura autonómica ha entrado en su último año. La interinidad entre los profesionales es muy elevada. Coincidiendo con la recuperación económica se han activado las convocatorias públicas y con ellas las redes clientelares. Individuos experimentados que ya llevan meses trabajando, reactivando, si es necesario, sofisticadas actuaciones de acoso personal. Sus mecanismos están lubricados y como se dice popularmente, van a ponerse las botas. No es para menos. Como tampoco se puede considerar casual la recuperación para la sanidad balear de un renacido Colocategui Alfa.
En esta fase se están dedicando, de forma prioritaria, a ocupar, vía digitación, mayorías naturales en tribunales y comisiones asesoras. A explorar espacios de alegalidad que proporcionen inmunidad. Están en juego nada menos que cinco mil plazas. En realidad, basta revisar la convocatoria pública de empleo de 2008, fielmente inmortalizada en el BOIB, para darse cuenta, que los nombramientos como funcionarios, entre altos cargos, secretarios y directores generales en activo, no fue una cosa excepcional.
De los nombramientos políticos, de los que quedan algunos capítulos, no se escapan ni las jefaturas médicas –Armengol dixit-. Del mismo modo, que partidista fue el nombramiento de varios médicos de la Comisión Gestora que rige las designaciones políticas de los profesores de la facultad de medicina. No se estresen. Cuando digo las designaciones políticas, solo digo esto, no que todas las designaciones sean políticas; aunque muchas lo parezcan. O lo entretenida que está la gente recordando el nauseabundo papel jugado por un/una alto cargo de la misma facultad, que en un proceso de selección de investigadores, inclinó a la plaza hacia el candidato/a con menos méritos, casualmente hijo de cátedro. Trufar la baremación en la fase administrativa fue suficiente ¿O no es así?
Si se mantiene este nivel de intervención no es de descartar que las incidencias que tienen ralentizadas o paralizadas desde la selectividad hasta las OPES en Extremadura o en el País Vasco, se den en nuestro entorno. Las plazas de funcionarios son muy golosas y para algunos vale todo. Se olvidan, por falta de hábito, que el código penal tiene su espacio diáfano dedicado a las actuaciones prevaricadoras de manual.
Tampoco ha pasado desapercibido el despropósito de las obras del nuevo hospital Can Mises de Ibiza. Proponen “matar moscas” a cañonazos amenazando con recuperar la concesión. Pero no se plantean refrescar ¿Quién recepcionó la obra, aceptándola y dándole conformidad? Ni se preguntan si el hospital tiene autorización de funcionamiento. Muchos, demasiados interrogantes que nos retrotraen a la urgencia electoral en inaugurar un inacabado Son Espases, de la que al parecer, no han aprendido la lección.
En cualquier caso, volviendo al principio de la columna, deseamos lo mejor a la nueva ministra del ramo. Sanidad tiene urgencias que llevan lustros esperando. Sus aciertos serán los beneficios de toda la sociedad. Agur.





