Atrás ha de quedar ya el mayor y cálido aplauso recibido por un presidente de la Comunidad en su toma de posesión, como debe quedar atrás la euforia del triunfo, los parabienes y el justificado amago lacrimógeno. Desde este lunes es hora de la acción, de remangarse y de demostrar con hechos que las palabras no se las lleva el viento y que el nuevo Govern no puede defraudar a una sociedad abducida por las maneras de un político cuyas formas son del agrado de la inmensa mayoría de sus conciudadanos. El acto de La Lonja ya es historia por su austeridad excesiva, por haber servido para conocer a su desconocida esposa -una elegante y discreta canariona, que así es como se les llama cariñosamente a las mujeres nacidas en Gran Canaria- por el entreguismo de los asistentes y también por la presencia de algún que otro empresario cafre que después de pescar durante años en los caladeros socialistas quieren seguir echando las redes, sin pudor, por las aguas próximas a Mariano Rajoy y José Ramón Bauzá. Lo que importa es el presente, encarar la deuda, que ya representa más del 11 por ciento del PIB, y echarle un pulso al déficit, cuyo cumplimiento marcado por la ministra Salgado es dudoso para la mayoría de los analistas. Hay que trabajar desde la tarde de este lunes, tras la toma de posesión, y echarle algo más que horas al duro envite heredado por las nefastas gestiones de los gobiernos de Antich, Armengol y Calvo, que han gastado un dineral en proyectos públicos superfluos y sectarios. El reto es el más difícil con el que se va a encontrar un presidente balear desde que se implantó la Autonomía en las Islas, como lo será el de la presidenta del Consell y el del alcalde de Palma. Pero el terreno de los recortes, cierres y ajustes esta abonado porque es un clamor popular que hay que llevarlos a cabo para salir de una crisis que no solventa ni la mejoría del turismo. La tijera de Josep Ignasi Aguiló tiene que emplearse desde ya, sin más dilación, por muy dolorosos y profundos que sean sus cortes. Aguiló presentará unos presupuestos a la baja, seguro que mil millones menos que los de Manera. Estamos hablando de unos 3.500 millones de euros, de los cuales 2.600 van a Sanidad y Educación. Solo Sanidad se lleva entre 1600 y 1800 millones y Educación tendrá un mínimo de 800. Quedará muy poco para el resto de consellerías, incluida la del superconseller Company, quien en su macro departamento tendrá que hacer malabarismo presupuestario. Igual que Delgado en Turismo y Deporte. No habrá dinero para carreteras en los primeros años, ni para infraestructuras faraónicas. Las partidas, además de las de Sanidad y Educación, se priorizarán en función de las necesidades de los ciudadanos. El futuro de las televisiones y radios públicas es muy negro. Las de Mallorca, están condenadas al cierre por innecesarias. Con la autonómica, Bauzá recibirá presiones de partidarios de su cierre y de su continuidad, pero el presidente no se arruga con las presiones. Y la tele pública no es una prioridad. Seis meses tienen los nuevos gestores para sanear sus cuentas y cerrar el grifo. Según César Miralles, especialista en el Sector Público de Intermoney, sólo cinco autonomías cumplirán con los objetivos de déficit marcados para 2011, en base a los presupuestos del ministerio de Economía. Y no estamos entre esos cinco, sino en el pelotón de los malos con Cataluña y Extremadura. “Comunidades –señala- que perjudicarán el déficit global autonómico hasta el punto de imposibilitar la meta de Salgado”. Es un buen morlaco el que tiene enfrente José Ramón Bauzá, una mezcla de Mihura y Vitorino. El político impasible tendrá que hacer frente a unos sindicatos que no han salido a la calle y que ahora lo harán una vez que los compañeros socialistas están en retirada, sin olvidar otra lucha que no generará tanta algarabía pero será punzante, como es la interna, la de la propia casa. O sea, los que se han quedado al pairo y los depredadores que no descasan ni en época de vacas escuálidas.
