Desgraciadamente la prudencia y la mesura son otras de las muchísimas virtudes que han caído en desuso y no me refiero solo a las teologales. Tras ganar a Borna Coriç, el jugador croata que ocupa el puesto 89 en el ranking de la ATP, leíamos titulares tales como “Rafa Nadal vuelve a lo grande”, del todo exagerados si tenemos en cuenta las posiciones, la edad y el currículum de cada uno de los contendientes. Ahora que el de Manacor ha sido derrotado por el canadiense nacido en Tel Aviv, Denis Shapolavov –encantados de conocerle- número 143 del mundo y con 18 años de acuerdo con su fecha de nacimiento ¿qué decimos?. “Nadal se ha pegado una leche” no estaría muy bien visto, sobre todo después de haber llenado páginas advirtiendo de sus “enormes” posibilidades de volver a ser el líder de la clasificación profesional.
Ya escribía la pasada semana que recuperar la corona que lució antaño no debe ser una obsesión para él, ni para sus admiradores. Partido a partido, lo que también incluye a los fabricantes de titulares sensacionalistas y llamativos. Los resultados obtenidos en 2016 le han permitido llegar en estupendas condiciones a estas alturas de la temporada, además de la frágil moral de Murray, el retroceso de Djokovic y el nivel exhibido por el resto a excepción de Roger Federer, excepcional en si mismo.
Ganar el décimo Roland Garros ha sido probablemente la guinda que le faltaba en su inmensa tarta de triunfos y en su espléndida vitrina de trofeos. A partir de aquí, calma. Ni va a ser eterno, ni lo va a ganar todo, así que no vayamos a agigantar sus pequeños pasos y minimizar sus fiascos, no vaya a ser que el día que repita triunfo en un Grand Slam nos hayamos quedado sin diccionario al que recurrir.





