Y ya van unos cuantos… El aficionado del Mallorca, movido por un acto de fe considerable, volvió a responder a los estímulos de una semana en la que se había anunciado algo de paz institucional y un partido con chicha. Pero nada. El hincha, escocido desde hace meses, volvió a llevarse una bofetada con la mano abierta de un equipo que hace tiempo que corteja con la mediocridad. Hay futbolistas absolutamente fuera de forma y otros a los que simplemente no le alcanza la calidad. El planteamiento fue rácano de principio a fin, con un equipo preparado para jugar a la contra pero sin presión arriba y sin velocidad para salir. Y el aficionado, hastiado, se aburre y se larga antes del final. Muchos no vieron los dos últimos goles y algunos probablemente no vuelvan nunca. El resumen del partido de ayer es duro, porque la imagen que proyecta el Mallorca es de que es incapaz de competir ante rivales de perfil alto. Vamos, que el ascenso directo suena a estas alturas a broma de mal gusto. ¿Confiamos en los nuevos, los que han llegado estos días? Parece que no queda otra. Fue un día triste, como lo fue la pérdida de Luis Aragonés. Uno de los mejores tipos que he conocido. Hasta siempre míster.
