Debería ser uno de los pilares de nuestra sociedad. Y ahí está la pobre, desnutriéndose.
La consellera Camps es, con sus despistes, un canto al desprecio cultural. Clama por la ignorancia general, dejando ver su desprecio por lo que debería defender y cuidar. Lástima da.
Los docentes andan desanimados después de su dura batalla contra el TIL. Una batalla justa y loable, secundada por muchos ciudadanos, pero sin futuro. No hay un plan alternativo. Deberían tenerlo, porqué la bota del intransigente que tiene el poder democráticamente, no anda quieta.
Los padres, las familias, ciudadanos en general, andan perdidos, con sesgada información y acuciados por otros problemas. No hay comunicación.
Los grupúsculos de diferente ideología y parecido carácter, dan grima. Como poco.
Abanderados de la defensa de lenguas y doctrinas varias, con sello clasista, unos y otros. Al final ambos buscan lo mismo, la subvención para sí y para los suyos.
La cultura está en manos de los obreros de la misma, ahora. Debería ser siempre así. Son aquéllos que la trabajan y defienden Son músicos, actores, artistas plásticos, escritores, editores con valor que desde pequeñas tribunas o desde alguna trinchera, siguen con su labor. No tuvieron mucho antes, y menos tienen ahora, pero no han parado. Calidad, diversidad, libertad y talento son sus instrumentos. Y valor. A ellos no les oprimen la falta de subvenciones. Éstas iban hacia otro artisteo.
La cultura se teje entre los trabajadores y los consumidores. Ni iva, ni ideología, los ciudadanos no pueden consumir cultura, porqué no hay sueldos. La falta de trabajo es lo que extermina todo. La ilusión, el futuro, incluso la vida.





