El Mallorca acumula su quinta jornada consecutiva sin ganar y la tercera en que debió perder. Sin inquietar una sola vez al guardameta del Hércules, que estrelló dos remates en la madera, un penalti más que discutible en contra de los locales a solo dos minutos de los noventa, sirvió para rescatar un punto de forma muy parecida a cómo lo hizo una semana antes frente al Formentera o dos en el campo del Villareal. Se mantiene líder con siete puntos de ventaja respecto al segundo pero su evidente crisis de juego, que no de actitud, genera algunas dudas en relación a la forma en que el equipo vaya a presentarse en la eliminatoria de ascenso a la perdida y añorada Liga 1, 2, 3.
Los de Vicente Moreno han entrado en una fase de letargo en la que junto a clamorosos despistes defensivos se cita una preocupante carencia de ideas ofensivas. Las lentitud de Salva Sevilla en la transición defensa-ataque, limita casi exclusivamente sus escaramuzas a las incorporaciones de Joan Sastre que, como contrapeso, comprometen las acciones del extremo del mismo lado, mientras en la banda opuesta el regreso de Lago Jr. no ha aportado la profundidad esperada. Ayer le tocó al joven James bailar con la más fea hasta ser sustituido, igual que Abdón, como producto de la desesperación en el banquillo debida al marcador en contra y el cronómetro imparable.
Si alguien continúa amarrado al modismo de que bien está lo que bien acaba, se equivoca. Mejor recordar que un equipo como el Cornellá perforó la meta de Manolo Reina hasta en tres ocasiones y que si el Villarreal B, el Formentera y el Hércules no lo han repetido ha sido por caprichos del destino y, seamos sinceros, algún árbitro.