Palma, campo de nabos

En estas fechas, a seis meses de las elecciones autonómicas de mayo de 2019, resulta difícil —por no decir imposible— abstraerse de la carrera que ya ha comenzado. No es un nada nuevo que la principal plaza en liza de las islas es Palma. Hacerse con la capital no sólo significa una notable capacidad de gobierno (con un presupuesto mayor que el del Consell de Mallorca), sino que supone llenar las nasas en el caldero de mayor población. Y por mucho que hablemos de carmenas y colaus, Palma ya está entre las diez mayores ciudades de España. La alcaldía no es una cuestión menor.

No todos lo que aspiran con hacerse con la vara del primer edil han comenzado la carrera a la vez, ni la línea de salida es la misma para todos, aunque la meta sea coincidente.

Sea cual sea el resultado de las urnas, todo se reduce a dos opciones multipartitas: reedición de pacto de izquierdas o una nueva colación de centro-derecha. ¿Y quiénes serán los protagonistas?

Por parte del PSIB-PSOE nadie duda de que será José Hila, alcalde a tiempo parcial esta legislatura, el que lidere la propuesta. Hila ya puso en marcha la página web de propaganda de su gestión en Palma, un sitio con un marcado corte electoralista tanto en la forma como en fondo. El otro alcalde de estos cuatro años, Toni Noguera, será el hombre de Més per Mallorca. Debuta por Podemos Alberto Jarabo, que ha llevado a cabo una purga implacable en el partido en la que ha finiquitado a los regidores más controvertidos —el díscolo Aligi Molina y la diva de los escenarios Aurora Jhardi—, amortizados, por no decir quemados, desde hace tiempo.

El triunvirato Hila-Noguera-Jarabo resulta aterrador por las catastróficas consecuencias que puede suponer para la ciudadanía a tenor de los errores de la presente legislatura. Errores sobre los que no se ha ejercido la menor autocrítica y que se han asumido de manera complaciente, lo que invita a aventurar que nada cambiará. El mayor pecado de los pactos de izquierda —y esto vale para el Consell de Mallorca y el Govern balear— es la doctrina de «aquí, cada uno a su puta bola». Cort funciona como un Titanic del que decían que jamás se hundiría porque las tripas del barco se dividían en compartimentos estancos. En el Ayuntamiento cada área hace lo que le da la gana y, como en el caso del famoso transatlántico, una vía de agua hace que los mamparos cedan y se quiebren para inundarlo todo. Sí, aunque está bien traída, admito que la analogía no es de lo más original.

Los pactos de izquierda en esta tierra se caracterizan, además, por el sectarismo. En Palma persiste esa fea costumbre de gobernar «sólo para los míos» que pasa por jugar a arquitecto social, a querer convencernos de cómo tenemos que vivir y qué tenemos que pensar. A eso lo llaman progreso, a uniformarnos dentro de una dama de hierro que nos impide pensar por nosotros mismos a riesgo de ser considerados unos parias.

En el otro extremo tenemos un posible pacto de Partido Popular y Ciudadanos. Y aquí, aún, no conocemos ni los peones ni las reinas, o los reyes… Tal y como aventuré hace meses el PP va a optar por Mateo Isern en detrimento de Marga Durán. La decisión está tomada y, a menos que mucho se tuerzan las cosas, lo de Isern está hecho. Biel Company lo presentará a las bases no más tarde de la cena de Navidad del partido del próximo 13 de diciembre.

En términos electoralistas Isern es un buen candidato —aunque tampoco tengo tan claro que le saque más de una cabeza a Durán—. El pero que le pongo es el equipo que le acompañe. Isern no siempre acertó como alcalde a rodearse de los mejores, algunas de las elecciones de sus personas más próximas fueron tan nefastas como las consecuencias que conllevaron. He ahí el gran desafío del PP. Y no olvidemos que la que ha mantenido las bases medianamente cohesionadas y ha hecho una oposición digna ha sido Durán. Y tampoco deben olvidar los populares que su bache no se salva sólo con un buen candidato. Las bases y los votantes tradicionales siguen clamando por un rearme ideológico que no acaba de llegar.

La cosa no está clara en Ciudadanos. Él resiste a admitirlo, pero todos dan por hecho que el fichaje estrella de Joan Mesquida tras su marcha del PSOE lo sitúa como candidato a la alcaldía. Ojo, Mesquida son pablaras mayores: ha sido conseller de Hacienda en el primer Pacto de Progreso, secretario de Estado de Turismo y director general de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Tuve la oportunidad de conocerlo y entrevistarlo en su etapa de conseller y ya entonces me pareció un tipo brillante, capaz de explicar y hacer entendibles los siempre áridos conceptos de la economía y la cosa pública. La duda es si Mesquida aceptará el ofrecimiento o, como comentan algunos, declina la propuesta porque Palma se le queda pequeña. De aceptar, nadie puede negar que como candidato es un cañón.

Tampoco conocemos los candidatos de El Pi y de Actúa-Vox. Su lucha pasa por conseguir representación en el consistorio y lograr un papel de bisagra en uno de los dos pactos si ellos quieren y les dejan. O si son imprescindibles en la subasta…

Con todo esto nos encontramos ante una situación tan incierta como curiosa. En estos tiempos de corrección política y cupos de género, la carrera por Palma —salvo sorpresas inesperadas— acabará siendo una batalla campal de caballeros medievales en un campo de nabos. No veo a una mujer por ningún lado… Si me permiten la broma —y no por ello me llamen machista— me fascina la posibilidad de un duelo en la segunda división femenina en el caso de reeditarse el pacto de izquierdas. Esta puede ser una lucha digna de las mejores veladas de las artes marciales mixtas. ¿Se imaginan a la actual responsable de la Policía Local, la socialista Angélica Pastor, enfrentándose a la podemita Sonia Vivas, escudera de Jarabo y extraña agente en excedencia del cuerpo, por hacerse con el cuartel de San Fernando? He sido muy crítico con Pastor, pero de ser uno de los hombres de azul me haría caquita encima sólo con pensar que me pueden poner de jefa a Vivas. Eso sí que es terror y no El exorcista

Faltan seis meses, hay muchas dudas… Demasiadas. Y ahí continúa erecto, fálico y desafiante, el monolito de Sa Feixina, ejemplo de cómo los delirios ideológicos por mucha camiseta de Valtonyc, mucha chochocharla y demás mandangas se hunden como ese Titanic rojillo en el que han convertido Cort. Conocemos a uno de los equipos. Veremos si el contrincante está a la altura. Al menos me gustaría ver un buen partido, no uno de esos encuentros marrulleros en los que abundan las tarjetas amarillas y se escatiman los goles. Lo que sí sabemos es que el terreno se encuentra en mal estado. Es un campo de nabos. Demasiados nabos.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.
Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias