Seguramente lo peor que se pueda decir de un responsable político es que mienta y/o que haya perdido el sentido de la realidad y por tanto, sus diagnósticos y sus decisiones se deriven de situaciones irreales. Parece ser el caso de Imma Mayol, gerente de la empresa pública Emaya, responsable de la limpieza y recogida de basuras de Palma. Mayol afirma que Palma no está más sucia y culpa de la situación actual a la saturación turística. Si la ciudad no está más sucia que nunca, ¿de qué situación habla? Que en el mes de agosto se recogen más basuras que en temporada baja, es una obviedad que no precisa del análisis de una mente prodigiosa como la de la responsable de Emaya, pero ello no es óbice para admitir que habiendo más gente que ensucia y genera residuos, debe haber más operarios que limpien.
Palma es una ciudad que dista mucho de mostrar el aspecto que merece. Las imágenes de contenedores rebosantes y de enseres abandonados junto a ellos proliferan en las redes sociales. Negar la realidad es una estrategia que no conduce a ningún lado. Y en esta materia el equipo de gobierno municipal se juega su credibilidad, porque la “neorrealidad” que Mayol pretende hacer creer, es una falacia que los hechos demuestran con una persistencia asombrosa. Palma no ha mejorado en los últimos años en cuestión de limpieza, sino todo lo contrario. Si Imma Mayol sostiene lo contrario y niega lo que todos los vecinos de la ciudad ven ante sus ojos cotidianamente, eso es que ha perdido la visión de la realidad y por tanto, su capacidad para ocupar un cargo de responsabilidad es ya más que cuestionable.
