Parece que los ciudadanos están a lo que deben estar. Defendiendo bajo un color, las necesidades. Protestando y clamando por lograr mejoras en diferentes ámbitos. Bien, es ésa su labor.
La marcha por un educación libre, pública y de calidad sí es una exigencia del pueblo, un derecho. Bajo camiseta verde, el pueblo clama, exige y se manifiesta.
Para una isla verde y azul, limpia y progresando es que también ha sido necesario vestirse de negro. Detener la búsqueda del dinero fácil a costa de calidad de vida, futuro sostenible y salud es el grito de aquéllos que pusieron el negro como bandera ciudadana estos días.
Mientras, al rojo vivo están las relaciones entre presidente y alcalde de Palma. La pasión desatada al máximo. Ya sabemos que los enemigos están siempre en nuestro bando, debe pensar uno. Tal vez el otro no supo apreciar las verdaderas intenciones por las que fue nominado.
Qué poco sabemos realmente los ciudadanos de a pie de las intrigas palaciegas. Algo es seguro, no andan bien las cosas en sedes con poder cuando les pintan las calles a cada paso.
La opacidad del ejercicio del poder no lleva a despertar ilusión ni esperanza. Las injusticias cada vez más palpables, las dificultades que parecen tener diferentes estamentos en hacernos iguales a todos los españoles hacen que nos parapetemos detrás de un color-protesta. Hacienda tiene serios problemas para demostrar que somos todos. Sería mejor dar la cara y decir que somos siempre los mismos. La justicia, con el ministro al frente, otorga rango de aforados a diestro y siniestro. No somos todos iguales, no gozamos de los mismos derechos. Algunos ya ni gozan de ellos.
Vamos, por fechas también, directos al púrpura. Algunos esperan con pasión esos días. Mientras que la mayoría, con poca fe en ello, recemos para no fundir en negro una sociedad compungida y cansada, que necesita que estallen colores de esperanza, futuro y derechos fundamentales.
Esperemos al mes de mayo. Aún confío en las flores.





