El PSOE vuelve a tambalearse, y esta vez el epicentro del seísmo sacude fuertemente el cuartel general de los socialistas en la madrileña calle Ferraz.
La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha puesto negro sobre blanco que Santos Cerdán, mano derecha de Pedro Sánchez y hasta ayer, secretario de Organización del partido, estuvo directamente implicado en gestiones para favorecer, presuntamente, a la trama corrupta de su antecesor en el cargo, José Luis Ábalos, su asesor en el Ministerio de Transportes, Koldo García, y el empresario Víctor de Aldama. Un golpe demoledor.
El escándalo ya no es un asunto de asesores descontrolados o de niveles intermedios: ha alcanzado a la cúpula socialista y al círculo más estrecho de colaboradores del presidente del Gobierno.
Sánchez, que hizo de la ejemplaridad su bandera al presentar una moción de censura contra Mariano Rajoy y la corrupción del PP, se encuentra ahora atrapado en su propia retórica
Sánchez, que hizo de la ejemplaridad su bandera al presentar una moción de censura contra Mariano Rajoy y la corrupción del PP, se encuentra ahora atrapado en su propia retórica. Si con otros escándalos —como el de José Luis Ábalos— logró capear el temporal expulsándole del partido, ahora la estrategia ya no sirve.
Cerdán no es un peón. Es su fiel escudero, su arquitecto electoral y un actor político de máxima relevancia, al que se enviaba a Suiza para negociar con el prófugo Carles Puigdemont. Con la caída de Santos Cerdán bajo la sospecha de cobrar comisiones, cae también la credibilidad del PSOE y la imagen política de Sánchez, fuertemente debilitada ante los procesos judiciales que afectan a su círculo íntimo, que incluye a su esposa, a su hermano y al fiscal general del Estado.
Y lo peor, desde el punto de vista del socialismo balear, aún podría estar por venir. Falta el informe de la Guardia Civil sobre el papel del Govern de Francina Armengol en la compra de mascarillas a Soluciones de Gestión, empresa epicentro de la red corrupta, en 2020. Y tarde o temprano, verá la luz.
Por más que Pedro Sánchez quiera seguir al frente del Gobierno de España como si nada pasase, despachando esta crisis titánica con una petición de perdón ante las cámaras y anunciando una auditoría interna en el PSOE y la reestructuración de la ejecutiva federal, la realidad es que cada vez hay menos margen para negar la evidencia: el PSOE está siendo devorado por una trama de corrupción que se gestó en el círculo más cercano a Sánchez y que hoy amenaza con llevárselo por delante. A él y al propio Partido Socialista.