Con el nuevo director general del Mallorca se produce un fenómeno curioso: los periódicos le halagan mientras, a tenor de los comentarios que registran sus noticias, la simpatía que despierta entre la ciudadanía es bastante escasa. Una primera conclusión es que la prensa tiene un efecto bastante limitado a la hora de sus lectores formen su criterio. La buena prensa de la que ha gozado Terrasa desde que se hizo cargo de IB3 obedecía en gran parte a la dependencia que la cuenta de resultados de los periódicos tiene de lo que el ente autonómico paga a las productoras de los diarios. Ni siquiera la adjudicación de los informativos a una UTE de fuera de Mallorca ha truncado este trato exquisito. Las alabanzas en la prensa de papel a Pedro Terrasa en algunos casos han llegado a tener tintes empalagosos, pero también han resultado exageradas las críticas de anónimos, que llaman la atención porque una inmensa mayoría coincide en atacarle. Varios de los más viscerales contra el director general del Mallorca parecen haber tratado con él de cerca, y en su opinión parece pesar algún desencuentro personal. Así que las pasiones sobre Terrasa, ni lo uno ni lo otro: ni tan excelente como lo pinta la prensa del papel ni tan fiero como lo retratan quienes se escudan en el anonimato.
