Algo debió ir peor de lo esperado cuando para recibir al Elche el Mallorca regló tres entradas por abonado y ante la visita del Almería, más decisiva, sólo obsequian dos. Aparte de una afrenta a aquellos que en agosto pagaron por toda la temporada e incluso a quienes en enero adquirieron la mitad, es una manera de engañarse a uno mismo creyendo que así llenan las gradas y una depreciación voluntaria del producto que tratan de vender o colocar en el mercado. Vale, los periódicos regalan sartenes y platos o lo que sea, pero no te libras del euro cincuenta en el quiosco. Vamos que nunca he visto que a un suscriptor le remitan dos ejemplares gratuitos además del de pago. De otro lado reitero que de ser cierto, yo no me lo creo, que el club cuenta con 12.500 carnets y todos sus titulares acuden a la llamada, se repartirían 25.000 invitaciones, lo que excedería irregularmente el aforo del estadio. Pero tranquilos, no entregan ni 5.000.
El otro asunto del día lo protagoniza el tercer viaje de Andy Kohlberg, uno de los accionistas, sin contar el de turismo a Italia. Eso creo. Si viene a tranquilizar a alguien con un mensaje de continuismo, desde luego a mi me va a dejar peor. En primer lugar me parece de muy mala educación que no se someta a ninguna a rueda de prensa, más allá de la poca confianza que tendría en ella, pero proseguir la espantosa línea y peor gestión ejecutadas por Maheta Molango me pone literalmente de los nervios. Lo único capaz de frenar el desarraigo del verdadero mallorquinismo sería su renuncia a la propiedad del club, que no la del sentimiento, o romper con todo lo que se ha hecho a lo largo del último año y medio, personas incluidas. Lo de amenazar o amedrentar con el pago obligatorio de nueve millones en noviembre, no solamente es una vileza, como algunos califican, sino otra gran falacia.
