El Rey Felipe VI y su familia han comenzado sus vacaciones estivales en el Palau de Marivent, como es habitual cada año. Lo ha hecho como dicta el protocolo, recibiendo en audiencia a las principales autoridades de Balears: la presidenta del Govern, Francina Armengol; el presidente del Parlament, Baltasar Picornell; el presidente del Consell de Mallorca, Miquel Ensenyat; y por último, al alcalde de Palma, Antoni Noguera. Todo ello se ha producido en un clima de normalidad institucional y protocolaria, como cabía esperar, aunque existían ciertas dudas de cómo afrontarían la cita las dos nuevas autoridades que aún no habían coincidido con el Jefe del Estado: Picornell y Noguera. Y hay que decir que Noguera ha superado el reto con nota, al acudir a la cita como dicta el protocolo, con traje, camisa y corbata. Y es que su público y confeso republicanismo no lo impide respetar la etiqueta exigida en un encuentro de estas características con el Rey en el Palau de la Almudaina. Sin embargo, el presidente del Parlament se presentó en la Almudaina con zapatillas deportivas y sin corbata, como si fuera al gimnasio o al bar de su pueblo. Lamentable.
Aún peor es el hecho de que decline asistir a la recepción que desde que comenzó su reinado, Felipe VI ofrece a representantes de la sociedad balear y mallorquina, alegando “motivos de agenda”, como si dicho acto institucional fuera algo sin importancia, uno más de tantos a los que se puede decir que no se va como si tal cosa, porque sí. Picornell se excusaba diciendo que se trata de un compromiso adquirido con anterioridad, pero no ha dado detalles de tal compromiso y, encima, dijo que se lo ha dicho al Rey y que este le respondió que no hay problema. ¡Solo faltaría! ¿Acaso creía que se iba a anular la recepción porque él no pudiera -o no quisiera- asistir? El diputado de Podem no parece haber interiorizado del todo el cargo que ocupa y las servidumbres que comporta. Como era previsible.
