El buque insignia de la organización ecologista Greenpeace, el Rainbow Warrior, ha recalado en el Puerto de Palma para dar a conocer la campaña “Menos plásticos, más mediterráneo”, que desarrolla la entidad denunciando la proliferación de plásticos en el mar balear y las graves consecuencias que ello acarrea para la vida marina.
Ha llamado intensamente la atención la procesión de autoridades y representantes de las formaciones de izquierdas, visitando el buque con el objetivo más que evidente de hacerse la foto y poco más. Así lo han hecho la presidenta del Govern, Francina Armengol; el presidente del Parlament, Baltasar Picornell; e incluso la concejala de Ecología, Agricultura y bienestar Animal del Ayuntamiento de Palma, Neus Truyols.
Hay que significar que el trabajo de Greenpeace es muy digno de alabar y que a menudo deviene crucial para la concienciación de la población en general en muchos asuntos de protección del medioambiente y de la diversidad animal del planeta.
Pero es oportuno censurar que los políticos busquen únicamente hacerse la foto de una forma un tanto patética. Lo que hay que hacer es tomar nota de las denuncias de Greenpeace y trabajar en favor de la sostenibilidad del planeta. La propaganda por sí misma, resulta desconcertante y bastante lastimosa, algo que no merece Greenpeace.
