Estamos a las puertas de diciembre y aún no tenemos la sensación de estar en época navideña -o eso creo-, todo ello a pesar que en algunas grandes superficies los adornos de Navidad están presentes desde septiembre. Los anuncios publicitarios de turrones y perfumes todavía no han invadido las pantallas de televisión, y las luces chillonas aún están apagadas. Sólo dos cosas hacen vislumbrar la cercanía de tan señaladas fechas: el lacrimoso y ‘memetizado’ spot de Lotería Nacional y las vacías casetas en la Plaza Mayor de Palma.
Creo que sé el motivo. Existe un hecho que está acaparando el espacio comunicativo mucho más que la celebración de la efeméride comercial. Se trata de la precampaña de las elecciones. No en vano, el próximo año tendremos la oportunidad de acudir a las urnas en dos ocasiones, y depositar hasta cinco papeletas; demasiados votos como para que los partidos políticos se olviden de ello y nos permitan olvidarlo a nosotros.
Y así tenemos el panorama: Podemos proclama a Pablo Iglesias como su secretario general (¿Alguien lo dudaba?) en ‘La catedral del género chico’, el PSOE lanza una controvertida nueva imagen para su apuesto líder, el PP presenta cabezas de cartel hablando de la recuperación económica y recordando a los infantiles catalanes que solitos no pueden sobrevivir, Rosa Díez (o UPyD para el caso) rechaza una lógica fusión con Ciutadans y Cayo Lara anuncia que no se presentará por IU.
En el plano autonómico, el pasado fin de semana el protagonismo fue para Més. Esta coalición ha hecho gala una vez más a su nombre (Més) y no le ha bastado ser más socialista que el PSOE, más nacionalista que Esquerra y más ecologista que Els Verds, y por eso también ha querido ser más asamblearia que Podemos y elegir sus candidatos a las principales instituciones insulares en una votación popular a través de un proceso no falto de controversia. Mucha participación popular para acabar decidiendo lo que deseaba el aparato del PSM. Será que va en sintonía.
A todo ello aprovecho este artículo para advertir al respetable que no debemos hacernos ilusiones: nadie nos va a guardar un décimo de Lotería de Navidad con el número ganador.





