Ya empezamos. Verán ustedes: yo quería mantener un cierto nivel, una cierta independencia, pero no puede ser. Ayer mismo, cuando mi suegra se enteró de que había empezado a escribir en este digital, me llamó y me dijo que fuera con cuidado, que al fin y al cabo esto de escribir todos los días era una oportunidad pero que cómo es que decía que yo no entendía de muchas cosas. "Tú siempre tienes que decir que esto está bien, que tú sabes", me dijo, como buena mallorquina que es. A continuación me explicó su indignación con el cuerpo de Bomberos. Por lo visto, un enjambre de abejas apareció en su jardín y tuvo que llamar para obtener auxilio. Los bomberos acudieron, se llevaron las abejas pero pocos días después apareció una factura del ayuntamiento. ¿Pero es que hay que pagar por un auxilio básico? Y aquí me ven, utilizado como un trapo, teniendo que contar la queja de mi suegra contra la alcaldesa de Palma que, según ella, es quien debe de quedarse con el dinero. Señora Calvo, tenga usted claro una cosa que es irreversible: mi suegra no la va a votar nunca. Porque mi suegra es una mujer seria que no puede admitir que los bomberos le cobren por llevarse las abejas. Yo, por mi parte, al ir acabando este artículo, empiezo a darme cuenta de que más de uno de estos artículos será el resultado de las presiones de mis amigos, conocidos y, sobre todo, familiares. Yo les había anunciado mi independencia de criterio y, les prometo, la tendrán, pero dejemos que mi suegra y otros amigos agoten sus peticiones. Aquí en Mallorca, estas cosas duran dos días. Al fin y al cabo somos pocos y nos conocemos todos. Después, durante el resto del mes, les explicaré lo que pienso.





