Las autoridades sanitarias temen un incremento disparado en el número de contagios para después de las fiestas navideñas. El virus se halla en progreso ascendente, aunque los efectos de la nueva variante Ómicron -por ejemplo- sean menos graves que los de las mutaciones anteriores y los hospitales no se enfrenten aún a escenarios de saturación, como ocurrió en oleadas anteriores. En todo caso, la OMS no se muestra optimista y ha pedido prudencia ante las inminentes celebraciones, aconsejando que quienes acudan a comidas y cenas familiares se hagan previamente una prueba de antígenos.
La OMS se ha resignado a que el mundo tendrá que convivir con el virus durante mucho tiempo. La vacunación en países del tercer mundo se mantiene en niveles extremadamente bajos, lo que contribuye a no inmunizar a grandes grupos de población y se propicie la circulación del virus y, con ello, la aparición de nuevas variantes, como ocurrió recientemente en Sudáfrica con Ómicron.
La prudencia es el consejo más importante que se puede recetar en la actual situación. Mascarillas, ventilación y evitar situaciones de riesgo, también en las inevitables comidas y cenas de Navidad, son elementos que hay que mantener, junto con la administración de la vacuna, que al menos en España alcanza los mayores niveles de inoculación de todo el mundo.
Además de esta prudencia sería recomendable seguir las indicaciones de la OMS y realizar pruebas de antígenos previas a todos lo que acudan a celebraciones navideñas con grupos de familiares o amigos. Esta prueba no es concluyente -sobre todo si no se tienen síntomas-, pero supone un filtro más a la hora de poner freno a los contagios. Los siete euros por prueba invertidos pueden significar un plus de tranquilidad, sobre todo, cuando se reúnan personas de diferentes franjas de edad que no hayan convivido estrechamente, como ocurre en este tipo de celebraciones.
Baleares sufrió en enero de este año -tras las Navidades- la peor oleada de contagios, sólo superada por los casos contabilizados en verano por el macrobrote de los estudiantes en viajes de fin de curso. Este año, a diferencia del anterior, sí hay vacunación y las hospitalizaciones están controladas, pero el riesgo sigue en el aire y toda precaución es poca.
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