Pudo ser peor

La racanería y el desacierto del Lugo en las ocasiones más claras del partido permitieron al Mallorca salvar un punto, poca renta para ambos como castigo a la tacañería de los gallegos y a la simpleza de los locales.

El marcador hubiera sido muy distinto si, ya con el cero a uno, Iriome no hubiera enviado el balón muy desviado cuando se había plantado solo ante Cabrero o si Campillo, ya en la segunda parte, no se empeñara en disparar sin ángulo con el meta balear fuera de portería.

De un triunfo visitante claro al que nada se podría oponer, se pasó a un empate a uno que tampoco es objeto de discusión.

A falta de otros recursos y tras desaprovechar el fútbol lento e impreciso de los hombres de Luis César Sampedro, Olaizola envió a sus hombres a una muerte segura que evitaron apelando a la épica y a base de balonazos sobre el área de un enemigo replegado y encomendado a su solitario tanto de la primera parte.

Renunciando al toque y con un fútbol directo, los últimos cincuenta minutos fueron un constante ir y venir de balones aéreos sobre el área lucense en los que el veterano Roberto y sus defensas siempre llevaron ventaja, salvo en el que ya sobre la campana, acertó a cabecear Lekic en el segundo palo con todo el pescado vendido.

Si vas ganando y empatas parece se te queda sabor de derrota, pero si vas perdiendo e igualas, ocurre justo al revés. Pero no nos engañemos. La situación sigue siendo crítica, el resultado no le sirve al visitante para alcanzar el objetivo del play off, ni al anfitrión para alejar el fantasma del descenso. Menos da una piedra, eso si.

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