Un empleado trabaja una hora y se va al cine a celebrarlo. ¿Quieren saber qué se llevan las arcas públicas por ambos gestos? Es decir, por trabajar y por consumir cine. Ya adelanto que más que el propio trabajador.
El sistema impositivo español no es el más alto pero es duro. Sobre todo para los empresarios por la llamada “cuota patronal”.
Una hora de trabajo genera cargas tributarias tanto para el trabajador como para el empresario. Aquí nadie se salva. El propio empleado tributa por el Impuesto sobre la Renta y por una parte a la seguridad social. El empresario paga la seguridad social a unas tasas de las más altas de la OCDE (8,6 puntos porcentuales por encima de la media).
El salario medio, que no el más habitual, por hora trabajada en España es de 15,01 euros brutos. En Balears es 14,11. Por esa hora trabajada y, tras las preceptivas retenciones (calculadas a la tasa media de 2016, según cálculos de la OCDE), el trabajador se lleva a su bolsillo netos 12,56 euros.
Nuestro trabajador ficticio, decide ir al cine y darse un capricho. Paga 10 euros entre la entrada y las palomitas. En total, Hacienda y la Seguridad Social ya han generado derechos de cobro por 13,76 euros. Tanto por la hora trabajada como por la entrada al cine. Será por conceptos. Por IVA, IRPF, Impuesto sobre beneficios del cine y por seguridad social. Eso es más de lo que se ha metido en el bolsillo el propio trabajador. Sin esa hora trabajado, nadie cotiza. Con esa hora trabajada, todos ingresan: el Estado por varias vías y el trabajador. El trabajo es bueno para todos. Pues veamos algunas características de los mejores a la hora de generar trabajo. Y, si puede ser, copiemos su estrategia.
Los países con mayores tasas de empleo (personas que trabajan respecto a los que están en edad de trabajar) en la OCDE son, por este orden: Islandia (82,2%), Suiza (79,8%), y Noruega (75,3%). Recordemos que España tiene un 56,8% ocupando los vagones de cola.
La relación de estas cifras con la de la presión fiscal al trabajo parece evidente. Veamos qué ocurre con la de los países con mayor renta per capita. Mientras que en España la tributación del trabajo es del 39,5%, la de los países de la OCDE cuyos habitantes son más ricos es: Luxemburgo tiene un 38,4%, Suiza un 21,8%; y Noruega un 36,2%. Todas menores que España.
Pero si solo tenemos en cuenta el coste de la seguridad social pagada por el empresario observamos que, mientras en España se paga un 23%, en Luxemburgo un 10,8%; en Suiza un 5.9%, en Noruega un 11,5%, en Irlanda un 9,7%, en Islandia un 6,8% y en Estados Unidos un 7,7%. He ahí la gran diferencia. España dobla y hasta triplica a algunos países, entre ellos, a la primera potencia económica del mundo.
Parece que hay una relación entre baja fiscalidad para los empresarios, trabajo generado y riqueza de los habitantes del país.
El empresario español no contrata porque le sale muy caro. O lo hace porque no le queda más remedio y a salarios bajos y con contratos temporales. Y si el empresario no contrata o lo hace con contratos precarios, los trabajadores no harán, a su vez, de alegres consumidores y no tirarán lo que toca de la oferta, incitando a producir más a los empresarios. Más producción significa más riqueza para todos.
Parece raro que al bajar los impuestos un país genere más ingresos. No lo digo yo. Lo dijo Laffer, inventor de una curva en la que, asesorando a Ronald Reagan, en los años ochenta, afirmó que bajando los impuestos se genera más actividad dinamizando la economía y, por tanto, subiendo las bases imponibles sobre las que aplicar tipos más reducidos. Es una curva que no siempre funciona porque no se puede saber en qué lado de la curva se encuentra el país en cuestión pero tiene su lógica para cuando la presión fiscal es elevada.
Existe un índice que recoge dónde se vive mejor entre los países de la OCDE, incluyendo Rusia y Brasil. Se basa en 11 temas que la OCDE ha identificado como esenciales para las condiciones de vida materiales y la calidad de vida. Vivienda, ingresos, educación, medio ambiente, seguridad, conciliación del trabajo con la vida privada, son algunos de los 11 ítems evaluables.
Los líderes son Noruega, Suiza y Dinamarca. España ocupa el puesto número 22. De los 21 que la superan, un 90%, es decir 19 países, tienen la cuota a la seguridad social que paga el empresario más baja que España. ¿Coincidencia? Solo Suecia y República Checa le superan y, por muy poco. Seguro que compensan en los otros 10 indicadores.





