Nombrar el dirigente de una compañía no es una cuestión baladí. Requiere ser meditada. El timonel es crucial para que la embarcación llegue a buen puerto y, si se yerra en la elección, el barco puede perderse en la inmensidad del océano. O, lo que es peor, en sus profundidades.
Para dirigir TVE se ha nombrado (a dedo, por cierto) a Rosa María Mateo sobre quien hay que reconocer que es una excelente periodista y de reconocido prestigio. Como también lo es Andreu Manresa, director general de IB3.
Pero ser buen profesional en un sector no garantiza ser un buen dirigente. Una cosa es escribir y contar noticias u opiniones y otra, muy distinta, dirigir una organización con personas, presupuesto y objetivos. La cosa se complica si, como ocurre en televisión, el entorno es muy cambiante. En este caso, a peor, si tenemos en cuenta los cambios de hábitos de consumo televisivo que han venido para quedarse y la atención del espectador debe competir con otras plataformas. Este fenómeno ya es preocupante e irá a más a medida que vaya creciendo la población joven.
Llama la atención que los máximos dirigentes de las televisiones públicas autonómicas provengan del sector. Todos han estudiado periodismo. Sin excepción.
Televisión Española también nombra ahora a una afamada periodista.
Si miramos los máximos dirigentes de los dos grupos líderes de televisión privada, uno también se ha formado en ciencias de la comunicación y el otro en Empresariales.
¿Es casualidad que todos los dirigentes de las televisiones públicas españolas sean periodistas o es pura miopía corporativa?
En cualquier caso, para bien o para mal, la culpa de la elección del máximo responsable es de quienes le eligen. Los accionistas o el Consejo de Administración en el caso de empresas privadas y los políticos o el Parlamento en el de las públicas.
Si miramos más allá de las televisiones, la lista de los 100 mejores CEO de la Harvard Business Review de 2017 la lidera Pablo Isla de Inditex y es licenciado en derecho aunque esta formación la comparte solo con el 14%. La mayoría cursaron estudios de economía e ingeniería.
¿Tiene que ser el presidente de Iberia su mejor piloto? ¿Debe dirigir Inditex el mejor vendedor de ropa? ¿Debe presidir Google el mejor informático? ¿Debe dirigir una televisión el mejor periodista?
El máximo responsable de una compañía debe saber de gestión y tiene que tener unas habilidades muy concretas. Unos serán buenos números uno. Otros serán buenos segundos y nunca llegarán o nunca deberían llegar a ser números uno. Otros no tendrán habilidades para ser ni lo uno ni lo otro. Casar las responsabilidades del puesto con el perfil de las personas es una tarea ardua y difícil.
Las habilidades de un buen gestor pasan por la honestidad, transparencia, capacidad de motivación de su equipo, ser buen comunicador, tener visión de futuro, tener enfoque al cliente, transmitir pasión en el día a día, asumir responsabilidades y reconocer de los éxitos de otros.
Por encima de todo, un gestor debe hacer eso, gestionar. Gestionar es llevar un proyecto a buen puerto. Eso requiere sacar lo mejor de los recursos (materiales y económicos) y de las personas, entendiendo como tales las que ocupan los diferentes grupos a los que afectan las decisiones del gestor, es decir, empleados principalmente pero también inversores, clientes, proveedores, medios de comunicación, bancos y otros.
Atendiendo a la biografía de Rosa María Mateo no atisbo ningún rasgo que demuestre que tiene experiencia previa en la gestión de organizaciones. Además, se significó políticamente con el partido que ahora le premia. Estos dos aspectos no auguran una buena labor en pro de la optimización de los recursos y la objetividad de RTVE. Aunque no todo está perdido. Dependerá de si se rodea de un buen equipo y sabe delegar en ellos. Dos cualidades muy escasas porque requieren un buen autoconocimiento de uno mismo, saber rodearse de quienes cubren sus puntos débiles y saber ceder responsabilidades. Algo nada fácil.
Un maravilloso y antiguo adagio español sintetiza lo que es dirigir afirmando que es “Hacer hacer, dar que hacer y dejar hacer”
Gracias a las similitudes con IB3, Rosa María Mateo tiene un ejemplo de cómo no actuar. El Director General del canal balear también es un excelente periodista pero no tenía experiencia en la gestión antes de desembarcar en la casa. También fue elegido por su ideología. Dirige un modelo en el que no cree, basado en la externalización. No ha cumplido con su principal objetivo antes de entrar como era la internalización de la plantilla de informativos. No se ha rodeado de los mejores. No conoce a su cliente. No acepta las reglas del juego, sobre todo, en la medición de audiencias. Solicitó más presupuesto para este año sin un fin de mejora de indicadores sobre los que se le debería valorar. No tiene un plan de futuro o, al menos, no se le conoce.
El resultado es desmotivación en la plantilla propia, acusaciones de connivencia y dejadez por mirar hacia otro lado cuando las subcontratas pagan salarios ínfimos y vulneran los derechos laborales de sus trabajadores; audiencias por los suelos, bajando sin parar y pulverizando todos los suelos y ocupando la última plaza del ranking de las televisiones autonómicas con la merma de ingresos publicitarios que conlleva; acusaciones del comité de empresa de falta de profesionalidad de sus directivos; mal clima laboral que se traduce en un elevada rotación y absentismo, con más bajas y excedencias voluntarias en el Ente que nunca y, lo que es peor, sin perspectivas de mejora.
La plantilla ya cuenta, no los años, sino los meses hasta las elecciones autonómicas.





