Siguiendo con las reflexiones iniciadas en un articulo previo, en el que aborde, basándome enel gran terapeuta grupal, Irving Yalom, las cuatro preocupaciones supremas de nuestra existencia, me tocaabordar hoy, además de la muerte y de la libertad las otras dos restantes.
Como muy bien dice Yalom “estas preocupaciones están enraizadas en nuestra existencia individual”.
Muchos de los pacientes y de nosotros mismos en circunstancias concretas (en situaciones trágicas, dolorosas, en las que nos duelen los cojones del alma) estamos absolutamente confundidos por la falta de significado de nuestras vidas. Aunque el alma esta quebrada, la vida sigue y ahí es clave nuestras resignificaciónes. Ninguna cosa externa nos asegura la liberación frente al sufrimiento.aunque dispongamos de todo aquello de lo que ,por general, echamos mano para valorar el éxito externo: grandes apariencias, padres cariñosos, hijos estupendos, seguridad economía confortabilidad conyugal, calidas intimidades , etc….
Podemos estar muy bien alimentados, físicamente como unos toros y aun así sentirnos desgraciados. Y a veces no solo sufrimos sino que hacemos sufrir a los demás con nuestros prejuicios, estigmas y despellejamientos del prójimo.
En estos ciclos y espirales de experiencia, que es nuestra vida siempre en dinámica perpetua a: ¿Como funciona nuestro GPS existencial? ¿Que tal van nuestras ITV emocionales? ¿Como nos confrontamos con estos datos existenciales? Realmente no solemos dedicarle mucho tiempo a reflexionar sobre estas cuestiones.
Yo todavía no he aprobado a mis 58 años la asignatura de mis límites y de mis posibilidades y mira que la realidad siempre es un buen negocio. El proceso de reflexión se activa o se recupera cuando nos toca vivir y vivenciar ciertas experiencias apremiantes y por lo general dolorosas que generan importantes cambios en nuestras vidas.. Estas situaciones límite tienen que ver con enfermedades personales graves que nos confrontan con nuestra propia muerte, fallecimientos de seres queridos, perdida de vínculos, decisiones irreversibles o el desmoronamiento, como dice Yalom, de algunas creencias o esquemas cognitivos que nos proporcionaban sentido y cierta seguridad.
La tercera preocupación existencial es la soledad o el aislamiento existencial. Hay muchos tipos de soledad. Yalom excluye la soledad interpersonal e intrapersonal. Habla de que no importa lo próximos que estemos con respecto a los demás siempre hay un vacío final, insalvable. Cada uno de nosotros llega solo a la existencia y debe de partir de ella también solo. Nuestro conflicto es la tensión entre la conciencia que tenemos de nuestro absoluto aislamiento y nuestro deseo de contacto y de protección.
Y la cuarta es el sinsentido. Si debemos morir, ¿que significado tiene la vida?, ¿porque vivimos?¿ como viviremos?El que no haya un destino preordenado para nosotros, conlleva que todos nosotros debemos de construir nuestros propios significados. ¿Pero podemos crear un significado propio que sea lo suficientemente sólido para soportar nuestra vida? Dice Yalom que de ahí surge el dilema de una criatura en busca del significado, que es lanzada a un universo que no tiene significado.
Por otra parte los seres humanos somos participantes activos para determinar nuestra propia vida. Somos agentes de elección, aunque muchas veces no seamos conscientes de la mayoría de nuestras elecciones. Buscamos y creamos significados. Continuamente. Lo hacemos porque la perdida o la falta de significado la vivimos como un caos y con un gran sufrimiento emocional.
En fin es difícil de tener compasión por nosotros mismos y por los demás.
Es difícil ser humano.
Pero recuerden aun, aquí y ahora que estamos en derrota transitoria pero nunca en doma.
Libro recomendado: La cura Schopenhauer. Autor: Irving Yalom.