El refuerzo policial de Playa de Palma fue presentado la semana pasada por el alcalde José Hila y se alargará hasta el 18 de octubre. Se trata de 62 policías en el turno de día y 32 en el de noche, que se suman a los 42 agentes destinados permanentemente en el Distrito Litoral. Un total de 136 policías, 25 más que el año pasado.
Como es natural, los agentes no salen de debajo de las piedras y el Ayuntamiento ha tenido que detraer efectivos de unos servicios determinados para reforzar la Playa de Palma. Esto ha hecho que desde el sindicato mayoritario de la Policía Local, CSIF, se haya criticado lo que denominan el “desmantelamiento” de otras unidades y que se priorice la atención a las zonas turísticas, a la par que hablan de “nula presencia de efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”.
Es difícil entender que un sindicato policial incurra en irresponsabilidad de forma tan patente, pues solo hace falta leer la prensa para ver dónde se focalizan buena parte de los principales problemas de seguridad ciudadana que sufre Palma, derivado de la actividad turística y del aumento de población visitante que se registra. Desde la Jefatura de la Policía Local se ha dispuesto reducir efectivos en unos servicios y unidades e incrementarlos en la Playa de Palma, aunque pareciera que CSIF no considere esta zona como parte de Palma, cuando lo es y requiere especial atención en verano, como se ha hecho siempre.
Otra cosa son la demanda de mayores refuerzos de Policía Nacional, que se puede compartir aunque cuando se incurre en la exageración (hablar de nula presencia lo es claramente), pierde bastante credibilidad. CSIF haría mejor en trabajar en positivo en lugar de quejarse sistemáticamente con críticas irresponsables.
