Aunque para algunos de ustedes este artículo puede nadar contra corriente, les puedo asegurar que la práctica, me dice muchas veces lo contario. Según una información salida estos días, “el 74% de los españoles reconoce que estaría dispuesto a pagar más por un restaurantes sostenible” por otra parte “el 80% de los hosteleros cree que el factor precio continúa primando por encima del resto”
La encuesta esta realizada por ECOVIDRIO (parte totalmente implicada en dicho asunto) y El Tenedor. Ya tenemos a todos los actores en el tablero, empecemos la disección.
Cuando las empresas implicadas mandan hacer estudios sobre temas que les afectan, habrá que leer estos estudios con “perspectiva” por razones obvias, incluso cuando la segunda empresa citada en el estudio, aparentemente no se juega nada, se pueden acordadr de aquella muy buena película “La cortina de humo”. Por otra parte las empresas encuestadoras no pasan por su mejor momento, veanse las repetidas elecciones en España o la victoria de Trump, todo un “éxito” en el pronóstico.
En cuanto a lo que responden los clientes o usuarios de restaurantes ¿será más un deseo que una respuesta contundente? Los clientes quieren restaurantes sostenibles, pero en la pregunta no se había introducido el dato de, hasta cuanto están dispuestos a pagar de más por ello, sólo que pagarían más. Esto es tan ambiguo que el otro actor en todo esto, que es el sector hostelero, promulga que el precio seguirá siendo vital en la elección de dónde comemos, sobre todo si es a diario y no me digan que no tiene lógica.
Si quieren también podemos poner datos en la mesa, hay grandes empresas de restauración haciendo sus informes de mercado continuamente y no han detectado esta necesidad, ¿en serio? O es que ni es tan sencillo ni tan viable como lo quieren hacer ver.
Muchísimos clientes, cuando se le pone una alcachofa delante o se les llama para pedirle una opinión, lo quieren literalmente todo, que los comercios abran todos los días, 24 horas a ser posible, quieren la máxima calidad al mínimo precio, butacas del Luis XVI, mantelería de seda china y servicio de gourmet en una hamburguesería, entre otras cosas. Que esto sea posible es otro cantar.
En la relación, empresarios, clientes, proveedores y otros, tienen que haber dialogo, conocimiento mutuo y bastante sinceridad, pero queridos lectores, el que se juega como siempre su patrimonio es el empresario que pone el restaurante, por lo que si detecta en muchos casos que el cliente en ese momento sitio o lugar no tiene la razón, pues sencillamente es que no la tiene, por muchos estudios que nos lluevan.
Por cierto si les apetece otro día hablamos del fabuloso Mundo del reciclaje y sus beneficios, porque esto va de dinero, lo digo por si alguien se había despistado





