Bianchi ya es historia, triste cabría apostillar. Ha sido la culminación de un desarrollo anunciado y que aquellos que miran o han observado alguna vez a través de este “Cristal” han leído hace muchas semanas. Un fracaso más que añadir a la larga relación que acumula la dirección deportiva bajo la batuta de Miguel Angel Nadal y, por supuesto, sin contar los imputables a Dudu Aouate, apóstol de la manifestación antidirectiva de finales de octubre del del 2014, convertida en el “si, bwana” del 2015 entonado en alemán por la ex-rebelde Rosa Planas y su séquito.
Si, el fiasco del italiano no es menor que el de Acuña, Coro, Hugo Gomes, Tobías, Carioca, Lima, Fofo, Bustos, Saborit y Riera y, con menos escándalo, de Sissoko, Arana y otros futbolistas que nadie con un mínimo de información hubiera fichado. Hasta ahora muchos aceptaban como excusa el tope salarial impuesto por la Liga de Fútbol Profesional que, ampliado, sirvió teóricamente para incorporar al nuevo descarte que ya va de regreso a su tierra. Pero ya no vale ninguna justificación después que cayó ese velo y la patronal de clubs aceptara unos presupuestos del Mallorca que nunca se han dado a conocer y nadie sabe cómo se han elaborado.
No, no nos confundamos. La caída en desgracia de “Roli”, como le llaman los de las palmaditas en la espalda, puñales aparte, es un símbolo tan meridiano como la ampliación de capital, desembolsado o no, del magnate norteamericano Robert Sarver. Ambos escenifican la prematura muerte de un proyecto, Mallorca 2020, que Utz Claassen y sus cómplices tardaron cuatro años en pergeñar sin reparar en gestos, que no gastos, y se ha derrumbado cual castillo de naipes en apenas uno.






