El domingo 7 de mayo de 2006, el conjunto entrenado por Gregorio Manzano se desplazó hasta Sevilla para enfrentarse en el por entonces llamado Manuel Ruiz de Lopera -actual Benito Villamarín- al Real Betis. Un año antes, ambos elencos se habían visto las caras en la última cita liguera. Entonces, el empate a uno en Son Moix permitió a los locales celebrar la salvación y a los visitantes su pase a la Champions League.
Pero ahora, a pesar de ocupar la decimosegunda plaza, los bermellones estaban cuatro puntos por encima del descenso que marcaba el Deportivo Alavés. Los andaluces, por su parte, necesitaban imperiosamente el triunfo puesto que eran decimosextos con dos puntos por encima de los vitorianos.
En el minuto 21, el brasileño Assunçao botó una falta que tras rozar en Pereyra despistó a Prats y permitió que los locales, dirigidos por Serra Ferrer, cobraran ventaja en el marcador. Luego, en el 34, Robert empalmó un disparo desde la frontal para aumentar las distancias ante la alegría de los 35.000 aficionados que abarrotaron el coliseo verdiblanco.
Durante el descanso, Manzano movió ficha realizando dos cambios de una sola tacada. Así, entraron dos delanteros -Víctor Casadesús y Yordi- en lugar de dos centrocampistas, Pisculichi y Basinas.
En el minuto 55, el punta andaluz recortó distancias y de paso, puso algo de emoción durante un tramo final condicionado por lo que sucedía en La Romareda donde el Real Zaragoza goleaba al Deportivo Alavés (3-0). Un resultado que provocó el éxtasis puesto que sellaba de forma matemática la permanencia de RCD Mallorca y Real Betis en la máxima categoría del fútbol patrio. Además, la derrota de los babazorros también dejó fuera de todo peligro a Racing de Santander y Real Sociedad.
Por otra parte señalar que a falta de diez minutos para el final, el guardameta Toni Prats fue reemplazado por el joven Miquel Àngel Moyà. Como no podía ser de otra manera, el cancerbero recibió una sonora ovación de la que fue durante muchos años su afición.
Al acabar el choque, llegaron los incidentes con la invasión de los hinchas béticos y sus carreras por hacerse con las camisetas de los protagonistas en una tarde en la que también se observaron hogueras en las gradas. "Creo que es una auténtica vergüenza lo sucedido, porque no es la primera vez", señaló Ballesteros.








