Los expertos consideran que una cadena hotelera de primer nivel puede llegar a facturar como media, al año, 175 dólares por habitación en concepto de proyección de películas para adultos, que es como se evita pronunciar la palabra pornografía, siempre desagradable entre ejecutivos de primer nivel. Pese a esta rentabilidad tan elevada, con unos costes nulos, acaba de producirse una sorpresa en el mundo de la hostelería: la cadena hotelera Marriott ha anunciado su decisión de dejar de vender este tipo de cine en sus hoteles, lo cual es la comidilla de este sector. La cuestión tiene más historia porque hay dos interpretaciones para este fenómeno: la más inocente dice que la amplísima conectividad wi-fi que hay en aquel país, la abundancia de dispositivos móviles que se conectan a la red telefónica y la proliferación de i-Pads o tabletas está dejando este negocio en nada. ¿Qué sentido tiene ofrecer algo que el cliente obtiene gratuitamente sin más, en su ordenador? Es como el negocio complementario que los hoteles tenían con el teléfono, virtualmente desaparecido con la aparición de la telefonía móvil. Sin embargo, también circula otra versión, mucho más interesante políticamente: la cadena Marriott está muy vinculada a Mitt Romney, quien fuera gobernador del estado de Massachusetts y que perteneciera al consejo de administración de la cadena. Romney parece que tiene tomada la decisión de competir en las primarias de su partido, el Republicano, para ser candidato en 2012, seguramente en pugna con Sarah Palin, entre otros. Cuando era gobernador, Romney fue muy atacado por su aceptación de la pornografía en los hoteles en cuya dirección participaba, de forma que ahora, con el horizonte de su candidatura, primero para las primarias de Estados Unidos y después, si vence, para el país, no puede permitirse este lujo de dejar este flanco abierto.





