Son Dureta. Un problema, dos oportunidades

El edificio del Hospital Son Dureta, a los tres años de su cierre, está experimentando un gran deterioro. El traslado improvisado de la actividad asistencial hacia un Son Espases inacabado, el 10 del 10 del 10 y su posterior cierre sin objetivos de futuro, marcaron el inicio de su decaimiento. La sobrevenida propuesta de reforma del pabellón de la maternidad, por un puñado de millones euros, para responder al irreflexivo y posteriormente frustrado cierre de los recursos sociosanitarios del Hospital General y Juan March tuvo un recorrido breve y exclusivamente mediático. Poco o nada se ha oído sobre las pomposas propuestas electorales que precedieron a las elecciones de 2011, sobre el futuro del viejo y emblemático centro. El problema. El complejo hospitalario está vallado, cuenta con un servicio de vigilancia continuado y se realizan actuaciones correctoras sobre las instalaciones para evitar y detectar averías mayores incluyendo campañas de desinsectación y desratización. El inmueble y el material no reutilizado, con el desuso y el paso del tiempo será irrecuperable y el coste para evitar ocupas y robos es muy elevado. El deterioro es progresivo y el coste de mantenimiento anual puede ser superior al millón de euros. Las oportunidades. El solar y los edificios de mayor calidad arquitectónica correctamente restaurados, pueden dar respuesta a dos déficits significativos de la ciudadanía y cubrir sus necesidades. Abren la puerta al aumento de los espacios verdes, a la mejora de la estética urbana y al aumento de la funcionalidad de los servicios ciudadanos, además de acercar el acceso a los monumentos históricos. Por un lado, se puede ampliar el Parque de Bellver y sobre todo abrirlo a la ciudad. Los accesos al parque desde la calle Andrea Doria darían una nueva dimensión al representativo castillo y al parque que lo envuelve, dotando a Palma de un innovador pasillo verde, bello y saludable. Permitiría incluso la realización de un amplio aparcamiento subterráneo que descargara las calles de vehículos rodados y contaminantes. Por otro la reforma interior debidamente planificada en el tiempo, adecuada a las necesidades futuras y acomodada a unos plazos de ejecución y financiación realistas podría dar lugar a la Ciudad Sociosanitaria que los ciudadanos precisan. La reforma estratégica de los recursos sociosanitarios son la mejor garantía de asistencia a dependientes y mayores. Las actuaciones del medio plazo, fuera de los convulsos y cainitas ciclos electorales permiten dar respuestas sosegadas, sin improvisaciones, con aportaciones esencialmente técnicas y con participación social que en este caso embellecerían la ciudad y mejorarían la calidad de vida de los ciudadanos y visitantes. Todos los debates son interesantes, pero entre quejas, denuncias, excusas, problemas, querulancias y vividores de la cosa pública,…queda poco espacio para las propuestas que permitan transformar el presente y mejorar el futuro.

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