Superwomen

Hoy no pretendo hablarles de feminismo ni de diferencias entre ambos sexos, sólo reconocer a esas mujeres que rondan los 50, esa mediana edad que para los hijos ya eres “vieja” y para tus padres -si todavía viven- sigues siendo su niña.
Las mujeres durante nuestra vida pasamos ciclos naturales que nos marcan la fisiología y el carácter. La responsabilidad recae sobre esas sustancias segregadas por células especializadas, que se hallan en algunas glándulas de nuestro cuerpo transportadas por la sangre y regulan la actividad de otros órganos, las denominadas hormonas.
En la adolescencia se encuentran en plena efervescencia y es fácil comprobar para aquellos que bien en casa, bien en el trabajo, conviven diariamente con jóvenes que muestran repentinos cambios de humor o incluso se sienten fuera de control demostrando rebeldía, prepotencia, o incluso, baja autoestima. Es una etapa delicada donde cada uno debe encontrar su propio camino con la ayuda de buenos consejos y una vida saludable. De esta forma, la mayoría lograrán convertirse en personas adultas bien formadas tanto físicamente como emocionalmente. Pero, mientras transcurren estos años de pubertad para unos; también para otros, el tiempo pasa y llegamos a la madurez y a la vejez con sus respectivas consecuencias.
El periodo llamado tercera edad es el más concurrido actualmente. Aun longevos, los ancianos, no están privados de enfermedades, achaques y otras dolencias más o menos superfluas. El señor Alzheimer aparece apoderándose de la mente, la silenciosa señorita osteoporosis debilita los huesos y el tercero, no siempre en discordia, es la obcecación.
Y llegan las mujeres del medio siglo pisando fuerte, a pesar de su bajada de estrógenos y progesterona. Esas que sufren sudores nocturnos además de transpirar en el gimnasio, las que maquillan los sofocos con rubor en las mejillas ante esos sonrojados chicos desvergonzados, las que padecen de insomnio pero sueñan que mañana su madre la reconocerá y su padre se levantará de la silla de ruedas para dar un paseo cogidos del brazo en la tarde primaveral; esas son las auténticas superwomen.
Superman posee una triple identidad, no cubre su rostro. Cuando llega el momento de actuar se cambia y sale volando a combatir el mal sin ningún ayudante, sólo sus superpoderes y los valores que representa lo convierten en un superhéroe. Igualmente ocurre con estas heroínas que son hijas y madres simultáneamente. Con la cara bien alta y la verdad por delante lidian con cualquier problema que se les presente, no tienen alas pero son ángeles que bajan del firmamento a gran velocidad para transmitir a la juventud que crece la fuerza y el coraje; y a los ancianos que se les agota el tiempo en este mundo, la valentía y la seguridad.
Aunque cumplo con algunos de estos requisitos no me identifico con el término superwoman, y no es falsa modestia. La canción Woman de John Lennon suena en la lejanía… Con ser mujer me conformo y brindo por ello.

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