La sinceridad manifestada en arte

Teresa Matas: escenografía en blanco y negro

Teresa Matas posa junto a algunas de sus obras
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Teresa Matas y sus obras se manifiestan desde la sinceridad. Su lenguaje no está contagiado por las tendencias, ni impregnado por las invasiones comerciales. Sus creaciones son transparentes, sus telas son reflejo del escarpado paisaje donde se refugia la soledad en blanco y negro.

No era la primera vez que hablábamos de quedar para una entrevista y actualizar la cantidad de vivencias que rodean a esta mujer, a quien conocí hace más tres décadas y desde entonces admiré por la coherencia y el magnetismo que transmite en sus composiciones.

Me desplacé hasta su estudio en el Pont d’Inca, cerca de la antigua fábrica de Pepsi.

Es una calle de poco transito y no fue difícil encontrar aparcamiento. Me abrió la puerta y ya no paramos de conversar.

¿Quieres tomar algo, café, agua, lo que sea? – Gracias, acabo de tomar café – le contesté.

Hacía tiempo que no venía a esta casa, la recuerdo tal cual. – Sí, lo único que ha cambiado es la colocación de mis cuadros.

Teresa Matas posa en su taller

Es hija de Rafel de profesión militar, nacido en el Pla de Na Tesa y de Juana ama de casa y costurera, nacida en Valderrobres - Teruel. Sus padres se conocieron en algún trayecto de la diligencia, propiedad de los abuelos de Teresa que transportaba pasajeros y correo. Tuvieron otros tres hijos; Vicenç, Bel y Rosa por este orden colocando en segundo lugar a nuestra protagonista; Teresa Matas Miralles que nació en Tortosa – Tarragona un 22 de febrero de 1947…

Mis padres me contaban que a papá lo mandaron de maniobras militares a Cádiz, coincidiendo con los últimos meses de embarazo de mamá, entonces pensaron que ella estaría más arropada en casa de mis abuelos maternos y por eso nací en Tortosa a orillas del rio Ebro, un lugar precioso.

Si abriese la habitación de sus primeros recuerdos ¿Qué encontraría?

Cuando cumplí tres meses mis padres se instalaron en Palma. Vivimos en la calle Socorro, luego en la zona de Pedro Garau. A la edad de cinco años mi juguete favorito era un piano rojo. Curiosamente cuando pienso, piano rojo, teclas blancas y negras, son los colores que uso de mayor. De niña sí reunía algunos reales, me compraba cuentos. Era soñadora y repetía que quería ser actriz de cine. De mayor con mis performance cumplí parte de ese deseo, actuando con la gestualidad del cuerpo. Desde los 12 hasta los 22 años, vivimos en el pabellón de Infantería de Marina que estaba en el Paseo Mallorca. Pasaba mucho tiempo con mi hermano, era mi mejor amigo, íbamos juntos a todas partes, nos aficionamos al cine, vimos un sinfín de películas en los cines Hispania y Metropolitan.

Teresa Matas

¿Cómo pasó su época de estudiante?

Siempre fui a colegios de monjas, hice el bachiller en el Colegio de las Monjas Agustinas, me gustaba la danza, la educación física, las manualidades, la gramática disfrutaba de leer y escribir, en matemáticas no obtenía esas notas, no era lo mío.

Tenía una buena voz y con mi hermano Vicenç, las monjas nos escogieron para cantar cantos gregorianos acompañándonos al piano. Siempre y aún ahora me asombró aquella escenografía de la iglesia, el ambiente, el olor a incienso, el silencio, el entorno tan propicio para esos cantos y no me olvido de nuestra participación en las procesiones y que nos llevaron a actuar a distintos programas de radio.

Su primer encuentro con la pintura fue fascinante…

Tenía doce años cuando ocurrió. Mis padres estaban emparentados con la familia del empresario Feliciano Fuster, un personaje popular de la época. En verano nos prestaron una casa a orilla del mar, en el Coll den Rabassa, cerca del Hospital san Juan de Dios. En el primer piso me llamaba la atención una habitación cerrada a la que no podíamos acceder, hasta que uno de esos días vino un familiar a recoger algo y abrió la puerta. Ante esa visión me quedé encandilada, surgió la magia. Había una impresionante colección de obras de arte. Entendí porque ese espacio permanecía cerrado como un tesoro. Se convirtió en un recuerdo imborrable y yo desde ese día me dije quiero hacer eso, pintar y empecé a esa edad, en el mismo colegio a ir clases de dibujo y pintura.

Teresa Matas nos muestra algunas de sus últimas obras

La familia siempre estuvo vinculada al municipio de Marratxí. Ya en su infancia sus padres tenían una casa en el Pla de Na Tesa que utilizaban todos los fines de semana. Una casa y una zona que fueron determinantes en las vivencias de infancia y de su adolescencia…

Allí formamos una pandilla de amigas y amigos y en el tiempo de adolescencia conocí a Miguel quien se convirtió en el amor de mi vida. Recuerdo la primera televisión, cada domingo ir a misa no había prácticamente edificios y nos distraíamos dando muchos paseos.

Cuando nos casamos Miguel salió de novio desde la Refinadora del Pont d’Inca, donde trabajaba mi suegro, allí habitamos unos años. De viaje de novios fuimos a visitar la casa de la abuela Teresa, donde nací, un lugar de ensueño. En Marratxí, han crecido nuestros hijos y ahora nuestros nietos. Miguel fue alcalde del municipio y nuestra casa está en el Pont d’Inca.

¿Cómo fue aquella primera vez, aquella primera exposición?

Era un espacio privado en Marratxí, corrían los años 70 y yo tenía la necesidad de mostrar mi trabajo. Pintaba escenas cotidianas elaboradas sobre tela con óleo. A principios de los 80, sabía que no era aquel tipo de arte con el que quería expresarme y empecé a trabajar de otra forma y con otros elementos, en el arte conceptual. Desde hacerme mis propios soportes hasta controlar el último detalle. Y así hasta el día de hoy.

Por motivos de trabajo de su marido, pasaron un tiempo en Ibiza…

Miguel trabajó toda la vida en la fábrica de Pepsi y Kas, en aquel tiempo era jefe de depósito y le destinaron un tiempo a Ibiza. Mi hija Mar solo tenía un mes yo rondaba los 25 años. Allí tuve tiempo de practicar el autorretrato utilizando el espejo y a hacer retratos de gente cercana. De nuevo estaba embarazada y regresé con mi hija a Mallorca, Miguel fue yendo y viniendo unos meses más, hasta cumplir la labor encomendada.

¿Cuáles han sido sus influencias en artísticas?

Mis padres que me enseñaron a valorar las cosas. Mi padre además de su oficio, era aficionado a los trabajos del campo, era la naturaleza, la fuerza, mi madre era la sensibilidad, el tacto, la costura, los tejidos, la poesía. Me gustaba que me leyera, tenía una voz hecha para recitar poemas. Y así, ese carácter también lo aplicamos mi marido y yo en la familia, el esfuerzo, la constancia. Nunca fuimos ambiciosos, fuimos felices con lo necesario. En el fondo, mi obra soy yo, mis creencias religiosas, mis vivencias, mi biografía. Todo eso lo he trasladado a mis telas. Debo destacar que he leído mucho y la influencia de la palabra escrita es decisiva en mis obras.

las portadas de Teresa Matas

Había criado a tres hijos, y su intención de crear no desapareció, continuó dedicando tiempo a su pasión.

¿Cómo definiría la evolución de su trabajo plástico?

Nunca me desanimé. Atendía mis obligaciones de madre, y los sábados iba al estudio y me encerraba a pintar, a coger las agujas y coser telas, a manipularlas, a inventar con materiales. Mi carrera realmente empieza cuando tengo 33 años, a principios de los 80, sin haber estudiado arte, me presenté a certámenes y me premiaron en muchos de ellos.

En 1985 hace el cartel para la Muestra Internacional Folklórica de Sóller.

En 1987 recibió uno de los reconocimientos más importantes de su carrera, ya que era el primero. Se le entrega la Medalla de Oro en el Salón de Primavera del Ateneo de Maò.

Durante unos meses presentó su dossier en distintas galerías…

Tenía 37 años cuando la acoge la Galería Lluc Fluxá.

La propietaria de la galería visita el taller de Teresa que estaba en el antiguo convento de las monjas Agustinas. La galerista quedó boquiabierta con sus obras y Teresa se convierte en su artista fetiche.

Confió plenamente en mí. Me llevó a la Feria Arco de Madrid en el 92 y un coleccionista sueco adquirió mis obras, luego fui siete años más a Arco y a la Feria de Frankfurt en el 94, además de a la Expo Sevilla en el 92. Tuvimos relación hasta el 99 que cerró la galería.

las herramientas de trabajo de Teresa Matas taller de Teresa Matas

En el año 2000 la contrata la Galería Joan Guaita…

Así es y también movió mis obras por países y ferias de Sudamérica, Paraguay, La Habana, Bogotá, además de ferias en Europa, en 2003 en Arco y Estampa de Madrid, en Turín, en Praga, Miami, entre tantas otras. Fueron años muy productivos.

En 2005 recibe del Govern Balear el Premio Ramón Llull.

En 2007 decide dejar las galerías y trabajar por su cuenta.

Ha expuesto en distintas localizaciones de Mallorca, Londres, Barcelona, Santander, Bonn, Vigo, Madrid, Girona, Valencia, Pamplona, Caracas, Menorca, Miami, Torino, Francia, Escocia, son algunos de los territorios que han recorrido sus colecciones, sus exposiciones individuales y colectivas, además de formar parte de coleccionistas privados.

Ha estado presente en la Fundació Pilar i Joan Miró Mallorca, en el Casal Solleric y en el Museu d’Art Contemporani Es Baluard, espacios mallorquines de referencia internacional.

Teresa Matas durante la presentación de su exposición

¿Qué detesta en el ser humano?

La intolerancia, la envidia, la falta de respeto, de amor, la violencia.

Que en 2025 todavía estemos en guerra. Que seamos incapaces de conseguir la paz mundial. Si todos nos empecinásemos en poner paz en nuestro entorno, en algo ayudaríamos.

¿Qué temas de actualidad son de su interés?

Todos los días procuro informarme de las noticias de televisión. Leo el periódico. Me interesa estar al día, saber de todo.

En 2017 hace una retrospectiva en el Museu Es Baluard y ese año es nombrada miembro de la Reial Acadèmia de Belles Arts de Sant Sebastià

¿Alguna vez se ha emocionado delante de una pieza de arte?

En una visita al Museo del Prado, tendría 22 años, ante las obras de Goya y de El Greco, me quedé absorta, me pasó también con Van Gogh y Cézzane.

A lo largo de su trayectoria ha representado numerosas performances que cada uno leerá desde sus conocimientos metafóricos, el nacimiento, sus creencias, el salto de la inocencia al juicio, la supervivencia, la vulnerabilidad, la fortaleza, la vida y la muerte. El agua, la leche, la sombra, el cristal, la cruz, simbolizados como elementos cáusticos.

En el tiempo que tuve cedido el espacio del Convento de las Monjas Agustinas, cubrí las ventanas con telas y con una sola lámpara iluminaba el fragmento en el que intervenía. En las estancias abandonadas de las religiosas, encontré numerosos elementos que me sirvieron para realizar la labor de aquella época. En la actualidad el taller está en casa y fuera tengo un jardín diseñado con un estilo japonés, un bosquecito sombrío y relajante, con el que me inspiro para mis nuevas piezas.

¿Qué ha significado para usted el arte?

El arte para mí ha sido mi vía de de comunicación con el exterior, mi lenguaje con el que he revelado mis sentimientos. Pero también ha supuesto la vía de escape y lo que me dio coraje para sobrellevar la muerte de mi hijo en 2005. Dos días después de que nos dejase Juanmi me levanté por la noche con la decisión de interpretar el papel de una mujer fuerte, me dije que no podía hundirme con mi tristeza y la de mi familia. Sobre todo mi marido, sabía que él no podía con la carga. Me daba cuenta de que debía hacer frente a aquella terrible situación y reaccioné.

Mi carácter me dice que siempre se puede hacer más. Pero en el fondo aunque intentes aparentarlo, el dolor va contigo y nunca desaparece.

Teresa Matas paseando en una galeria

Por unos segundos detuve la entrevista, sus ojos reaccionaron al recuerdo. Le comenté que si quería continuar y asintió con la cabeza…

En tiempo de pandemia recuperé en mi almacén unas pruebas de los años 80 en que usaba el color, las rompí y las convertí en una serie que llamé “Montañas de locura”. Era el inicio de lo que estoy haciendo ahora. Nunca he mostrado estos trabajos.

Su marido enferma y usted le cuida. En 2022 fallece.

Pues sí, volver a reponerte, a convivir con la ausencia, a añadir a ese peso que ya existía. Y otra vez, me refugio en mi estudio, y allí todo a mi alrededor desaparece. Me concentro totalmente en mi trabajo, me dejo llevar por la sensación de la soledad más absoluta que también me ayuda.

Desde hace unos años, influida por el estado de ánimo no uso para nada el color, solo el blanco y negro, ramas blancas entrelazadas, hojas de árboles, con fondos negros, compro metros de ropa nueva o reciclada y los pinto de negro, sigo manipulando la ropa, haciéndome los soportes.

¿En la interpretación de su lenguaje, que significan esos tres colores?

El color negro mis gritos, blanco mi silencio, rojo mi pasión.

Ella ya vestía de luto sus pensamientos antes de que la oscuridad la abrazase contra la pesadumbre, ahora se añade un canto desgarrador.

He escogido al azar algunos de sus títulos y son elocuentes “Mirall Buit” (Espejo vacio), o “¿Por qué me visto de negro si amo tanto la vida?”, o el título su última exposición individual en 2023, “Vol interromput d’una papallona vermella” (Vuelo interrumpido de una mariposa roja”, de ellos puedo deducir que en el tránsito de la palabra hay infinitas confesiones que reflejan el dolor de una herida incurable, lo hay en el interior y el aura de sus obras, en la breve filosofía de una frase, en el fragmento de un poema, en cada material que ha usado, en el hierro, la cerámica, las telas rígidas, las agujas y en sus puntadas de costura.

Afirmo que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana con su arte…

Sí, y me he sentido apoyada en casa por la familia y por la gente de fuera, por la cantidad de reconocimientos que he recibido a lo largo de mi carrera. Y eso que mi obra no es comercial. He sido muy prolífica, no puedo parar de trabajar y tengo un almacén lleno de obras.

¿Cómo se plantea el futuro?

Le diría que entre llantos y risas, entre telas y escritos, entre la soledad y el silencio, envuelta de memorias de mis padres, de la ausencia de mi hijo Joan Miquel, de mi marido, de una superación continua, del amor de mis hijas Mar y Bel, mis nietas y nieto, Alex, Leo y Gisel, de trozos de ropa teñidas de negro a las que a veces pensando en mi hijo, les hago un agujero y meto la cabeza en su interior para poder respirar.

 

Nos despedimos aludiendo a la exposición colectiva “Top 26” en la 4ª Planta de C&A, en la que participó con el Círculo de Bellas Artes interviniendo con dos obras, a la visita a las cuatro muestras de Joan Miró que se inauguraron unos días atrás en distintos receptáculos de Palma y en las que habíamos coincidido. Y en la puerta me informaba de que los vecinos y el Ayuntamiento de Marratxí habían decidido poner el nombre de Miguel Bestard (mi marido) a la plaza del Pont d’Inca, por su labor como alcalde.

Me alegré de esa noticia. Un pueblo que tiene memoria – me dije.

Me marché con la sensación de que seguiría escribiendo sobre esas reivindicaciones implícitas en los átomos de sus tapices, de sus vestidos colgados en un cielo oscuro y sobre la pureza espiritual que desprende.

Teresa Matas trabajando en una de sus obras

Texto: Xisco Barceló

Fotografías: Xisco y Teresa

 

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