Las islas Kermadec, un territorio insular perteneciente a Nueva Zelanda, se han visto afectadas por un terremoto de 7,1 de magnitud que, según las primeras informaciones, no ha originado víctimas mortales ni tampoco daños materiales. El seísmo ha tenido lugar a 10 kilómetros de profundidad bajo el mar.
De hecho, la población más cercana al foco del terremoto, Opotiki, se halla a una distancia de casi 700 kilómetros del lugar en que se ha desarrollado el seísmo. No en vano, las islas Kermadec, que están situadas entre Nueva Zelanda y Tonga, no acogen más que a un pequeño número de residentes, todos ellos pertenecientes a la base de operaciones de Raoul, donde permanecen en funcionamiento una estación meteorológica y una emisora de radio.
Dado el nulo efecto del seísmo en vidas humanas y bienes materiales, el gobierno de Nueva Zelanda ha descartado proceder a la activación de los protocolos de emergencia ante la eventualidad de que el terremoto pudiera ocasionar ondas expansivas de maremotos y tsunamis.
La zona en que se ha producido el seísmo se halla enclavada sobre una falla ubicada entre las placas tectónicas del Pacífico y Oceanía. Cada año, se registran en esta área geográfica unos 14.000 terremotos, pero solo un centenar de ellos alcanzan la suficiente magnitud para ser detectados.