Siguen pasando los días, siguen bajando en las encuestas y los partidos políticos han decidido tomar las mismas medidas para incrementar la transparencia que han adoptado hasta ahora: ninguna. La actuación de nuestros políticos sorprende, pues deberían estar adoptando medidas a toda prisa para frenar la sangría de pérdida de votos que les auguran las encuestas… máxime si, como es de esperar, no tienen ningún inconveniente en que los ciudadanos conozcan cuanto se gasta un político en, por ejemplo, billetes de avión, ahora que está tan de moda.
De hecho, a propósito de la reciente polémica de José Antonio Monago en el senado con motivo de sus frecuentes viajes a Canarias, creo que el Sr. Monago debe aclarar urgentemente los motivos de los citados viajes. Sinceramente, siempre he tenido una buena opinión de José Antonio Monago (no resido en Extremadura, claro, pero me guío por lo que le he escuchado) y me parece que es una persona honrada. Por ese motivo, José Antonio Monago debe explicar las razones a las que obedecieron todos y cada uno de los viajes que cargó al Senado y, si alguno de ellos fue debido a razones personales, mi opinión es que debe dimitir de manera inmediata.
A mi parecer, la ausencia de medidas que aumenten la transparencia de sus actuaciones denota que los políticos actuales viven totalmente alejados de la realidad. Con PODEMOS acercándose cada vez más en las encuestas, parece mentira que los partidos actuales no hayan aprobado ya una batería de medidas encaminadas a hacerles más transparentes, porque, ¿acaso ven mal los políticos que los ciudadanos podamos conocer cuántas veces viajan los políticos usando nuestro dinero? ¿Acaso creen que no deben rendir cuentas frente a los ciudadanos, cuyos impuestos financian sus sueldos? Rendir cuentas y que todos los ciudadanos puedan conocer en qué se gasta el dinero público, hasta el último céntimo, no debería ser una opción debatible.
Los políticos actuales parecen olvidar que nos resulta muy difícil, por no decir imposible, confiar en una clase política que cuenta, según el Huffington Post, con más de 500 personas imputadas, un total de 1.700 causas abiertas y un coste social equivalente a 40.000 millones de euros. Por este motivo, como ya he dicho otras veces, el sistema no puede permitir la elección entre ser corrupto o no serlo, sino que debe acotar, hasta eliminarlo, el libre albedrío del político en cuestión para no dejarle elegir entre ser honrado o no serlo. También sería de gran ayuda que los Partidos Políticos comenzaran a denunciar a los corruptos que haya entre sus propias filas, pues protegerles no hace sino alimentar la creencia de que, quien no quiere hablar, tiene algo que callar.
Todas esas medidas oscurantistas como negarse a publicar los gastos de avión, no denunciar a sus compañeros de partido corruptos o no adoptar medidas encaminadas a la transparencia son alimento y argumento para los nuevos actores, que sin proponer nada en concreto (más allá de brindis al sol populistas) se han encontrado con todo el trabajo hecho.





