Un año sin sobrasadas ni "botifarrons". Adiós a las "matances"

Al leer este artículo, a centenares de mallorquines, menorquines e ibicencos se les helará la sangre. Quizás ninguno de ellos haya caído en la cuenta de que este año no podrá ni organizar ni participar en las tradicionales ‘matances’ con las que tanto se trabaja y disfruta al mismo tiempo.

Aún no ha llegado el frío y la cosa parece quedar algo lejos, pero el calendario dice que no queda tanto. La temporada de ‘matances’ se inaugura tradicionalmente en el mes de noviembre y no se abandona hasta el mes de febrero. Esto quiere decir que en octubre se afilan los instrumentos para el despiece, se concretan fechas para el sacrificio, y las familias reservan día para asistirá a ellas. Y, desde luego, el ganadero que lleva un año engordando al bicho ya ve cerca el día de cobrar por su trabajo.

A día de hoy, en plena segunda oleada del coronavirus y con medidas restrictivas cada vez mayores en Baleares (los contagios no bajan aunque llevamos tres semanas de prohibición de fumar en la calle, vaya chorrada), se mantiene en las islas la prohibición de reuniones de más de 10 personas. No se ve en el horizonte el momento en que el Govern desescale eliminando alguna medida.

De esta manera, nos encontramos ante un horizonte muy próximo en el que el ejecutivo de Francina Armengol dictará la norma con la que se detallará que la prohibición de reuniones de más de 10 personas afectará también a las ‘matances’. ¿Las prohibirán?. No pueden, pero esta medida restrictiva las hará inviables.

A lo largo de los últimos años ha tenido la suerte y el honor de participar en decenas de estas convocatorias. Las ‘matances’ no sólo son solo una operación de despiece de un cerdo para extraer alimento para el futuro más inmediato. Así era antes, en tiempo de hambruna. Ahora es una inmejorable excusa para reunir a familias y amigos en una larga jornada de trabajo en unión -y perfectamente coordinado- que empieza sobre las 4 de la madrugada y termina ya caída la noche siguiente.

Sí. ‘Familias’ y ‘amigos’. En plural. Esto quiere decir reuniones de un mínimo de 15-20 personas que en ocasiones alcanzan las 30 y 40. Todo esto, con el escenario sanitario y legislativo actual, es imposible. Intentar una matanza con 10 personas complica tanto la actividad que la hace imposible. Sacrificar, despiezar, cortar, hervir, triturar, ‘pastar’, sazonar, ‘omplir’, atar, coser, cocinar desayuno y almuerzo, limpiar…… Imposible.

Me vienen a la cabeza tres consecuencias inmediatas: la primera, habrá familias y amigos que no se podrán ver en el único evento en el que coincidían cada año; la segunda, ver como se las apañan ganadero y cliente para dar fin al acuerdo de compra y engorde de un cerdo que en muchos casos no se podrá sacrificar; y tercera, sin ‘matances’, nos espera un año sin ‘botifarrons’, sobrasada, ‘xulla’, hígado, lomo, solomillo y ‘camaiot’ de matanzas artesanales.

De no dar un vuelco la situación, será la primera vez en la historia en la que del cerdo no se pueda aprovechar todo, como hasta ahora.

Siempre nos quedará acudir a la tienda, pero usted y yo sabemos que no es lo mismo.

Un drama para el paladar y las relaciones sociales. Un beneficio para los que tienen el colesterol en zona de riesgo. Cosas del Covid.

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